Un dato revelador: durante una prueba aleatoria llevada a cabo en el primer punto de revisión de alcoholemia entre chóferes que conducen vehículos de motor, nada menos que el 46 por ciento, 30 de los 65 conductores sometidos a la misma arrojaron resultado positivo, es decir presencia en su organismo de consumo de bebidas alcohólicas. De ese total, diecisiete, es decir más de la mitad habían ingerido una cantidad superior al límite permitido, y por consiguiente manejando en condición de riesgo.
Tomando como base el resultado de esta prueba aleatoria para llevarla a niveles globales tendríamos entonces que sometidas que el alcoholímetro revelaría que casi la mitad de las personas que conducen vehículos de motor presentarían trazas de consumo de alcohol, y dentro de ese total, el cincuenta y siete por ciento habrían ingerido una cantidad superior al nivel a partir del cual se estima que lo hace en condiciones de alta peligrosidad. En tal caso no solo para el, sino para las personas que lo acompañan y para otros vehículos, sus ocupantes y los mismos peatones.
A diferencias de los recién celebrados Juegos Panamericanos de Lima donde el desempeño de nuestros atletas logró colocar el país en el llamado “top ten”, o sea entre los diez participantes que registraron mejor desempeño, ya desde mucho antes habíamos clasificado cómodamente para figurar en el “top ten” de aquellos donde se registra mayor cantidad de muertes en proporción a la de accidentes vehiculares, con el muy cuestionable mérito de figurar en sitiales de cabecera.
Los accidentes de tránsito constituyen la principal causa de muerte violenta en República Dominicana. Pero además remiten una gran cantidad de heridos a los hospitales, en no pocos casos con lesiones mortales, y en otros, incapacitantes, que requieren un largo y costoso período de rehabilitación cuando no de invalidez permanente.
Aparte del irreparable costo en vidas humanas, en buena parte niños, adolescentes y adultos jóvenes con toda una existencia tronchada por delante y el luto que llevan a sus respectivos hogares aumentado por una forma tan inesperada, dolorosa y trágica de perderla, los perjuicios en términos económicos, tanto para el Estado como para las compañías aseguradoras, alcanzan una cifra astronómica estimada en decenas de miles de millones de pesos.
Con los resultados arrojados por este prueba inicial del alcoholímetro, puede darse por seguro que en gran parte de los accidentes vehiculares ocurridos en el país, la ingesta excesiva de bebidas alcohólicas ha registrado una alta participación y cuota de responsabilidad.
Y dado que las campañas de alerta y orientación de manejo defensivo con el insistente lema de “si conduces, no bebas, y si bebes, no conduzcas” han caído en oídos sordos en una gran cantidad de choferes irresponsables y desaprensivos, es preciso apelar a métodos más rigurosos como será el de aplicar las mas fuertes sanciones de prisión, multa e indemnización a las víctimas a los conductores causantes de accidentes bajo los efectos de un consumo excesivo de alcohol Esto así, sobre todo, si como consecuencia de ello dejan el irreparable saldo de pérdida de vidas.
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