SANTO DOMINGO.- Las nuevas herramientas digitales han abierto ventanas de opciones para cometer delitos tecnológicos que se convierten en algo común. Chantajes, usurpación de identidad, abuso de confianza y otros crímenes han crecido a través de estas tecnologías u otros dispositivos electrónicos.
Por ejemplo, en la República Dominicana las vídeo llamadas se han convertido en mecanismos para que cualquier persona se convierta en víctima de los ciberdelincuentes.
De acuerdo al Teniente Coronel Roberto Román Contreras, comandante del Departamento de Crímenes y Delitos de Alta Tecnología, en el 90% de los casos, asumen que esto lo realizan personas que están presas en las cárceles del país.
Román Contreras dijo que en el año 2020 recibieron 230 denuncias de este tipo y en lo que va de año van 87. De estos casos el año pasado judicializaron 110 casos, mientras que en estos meses las autoridades dicen haber procesado 38.
Con relación a la extorción sexual, el DICAT hizo un llamado a hombres y mujeres que también dice se han convertido en víctimas, para que se querellen y así ayuden detener estas redes.
Caso de Narciso Núñez
Eran las 9:00 de la noche del jueves 15 de abril cuando Narciso Núñez, pastor evangélico, dice haber recibido un primer mensaje por la red social de Facebook, de una mujer que asegura desconocía, la cual le pedía una recarga para su móvil, a lo que dice que se negó.
“Yo le dije yo estoy muy lejos de la banca y espere inmediatamente que se desconectara, cuando se desconectó aproveché y la bloque”, expresó Núñez.
Unas 24 horas más tarde, el viernes y como todos los días, asegura haber recorrido cientos de metros por el sector La Cuaba donde reside, para predicar la palabra.
Subiendo a los techos y parándose frente a la iglesia sus primeras horas de la mañana alegadamente culminaron en oraciones.
Expresó que se levanta a las 4:00 de la mañana “a orar una hora de rodilla antes de irme, me voy a las 5:00 de la mañana. Tengo tres años y pico en eso, día por día”.
El día que pensó que sería como cualquier otro de esos tres años, siguió transcurriendo hasta llegar a su lugar de trabajo, cuando nueva vez recibió otro mensaje de la misma persona, pidiendo que le ponga la recarga.
“A las 9:00 de la mañana me entró un primer mensaje a mi teléfono, diciéndome yo soy la joven de anoche que te escribió, me puedes mandar la recarga. En menos de media hora me llamaron más de cinco o seis teléfonos diferentes, uno se hacía pasar que era policía, otro que era de la fiscalía, otro me decía que era familia de la menor, pero no sabía de qué menor me estaban hablando”.
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