Redacción.- Aunque algunas dietas restrictivas hacen foco en el reloj como señal para comenzar a comer o descartar el impulso que nos reclama nuestro cuerpo, para la ciencia no sería así. Es que, según una investigación realizada por científicos norteamericanos, lo indicado es lo que pide nuestro organismo cuando nos dice que “tenemos hambre”.
Existen un gran número de dietas que ponen el acento en ignorar la sensación de hambre, otras se centran en contar las calorías y “frenar” al llegar al número indicado; mientras que otro grupo establece el consumo de alimentos en determinados horarios del día. Sin embargo, un estudio de la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey, EEUU, advirtió los beneficios de confiar en nuestro apetito y comer cuando sentimos hambre.
Esta metodología recibió el nombre de “alimentación intuitiva”, ya que es el propio organismo quien indica cuándo tiene hambre. Según los expertos que realizaron la investigación, con esta técnica se mejora la salud psicológica y física.
Según el trabajo, los participantes que comieron de forma intuitiva tuvieron más probabilidades de pesar menos y sentirse más felices con su cuerpo que los que restringían su consumo de alimentos. En palabras de los científicos, “estar en sintonía con las señales de nuestro cuerpo” es más importante que seguir “la última dieta o plan de alimentación de moda”.
Para determinar estos resultados, los científicos realizaron una encuesta en línea con más de 6.000 adultos jóvenes de ocho países, los cuales respondieron a preguntas sobre autoestima e índice de masa corporal (IMC), establecido al analizar si una persona tiene un peso saludable o no. Asimismo, los expertos evaluaron tres estilos de alimentación: intuitivo, emocional y restringido.
Según explicaron, la alimentación emocional responde a señales internas, como sentirse estresado o triste. En tanto, la alimentación restringida se limita rígidamente con el objetivo de perder o mantener el peso. Ahora, en el caso de los que se alimentaban de forma intuitiva estaban más contentos con su cuerpo, tenían una mayor autoestima y un menor peso.
Por el contrario, aquellos que optaban por una alimentación restringida y emocional se asociaban a una menor satisfacción corporal y autoestima. Incluso, mostraban un mayor peso. Al respecto, la doctora Charlotte Markey, de la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey e investigadora principal del estudio, explicó: “Los mensajes culturales sugieren constantemente que es importante ignorar las señales de hambre y saciedad de nuestro cuerpo, pero confiar en él y comer cuando sentimos hambre parece ser lo mejor para nuestra salud psicológica y física”.
En ese sentido, la experta indicó que “esta investigación está en consonancia con la evidencia de que las dietas no son efectivas para la pérdida de peso y la satisfacción corporal, y a menudo son contraproducentes”. “Deberíamos intentar estar más en sintonía con nuestra propia fisiología que con la última dieta o plan de alimentación de moda”, reflexionó.
Además, en la publicación de la revista British Journal of Health Psychology, los expertos indicaron que los estilos de alimentación pueden estar relacionados con la forma en que las personas se sienten consigo mismas. “Podemos deducir que estos estilos de alimentación pueden afectar al consumo real del individuo, dada la asociación que a veces se encuentra con el estado de peso”, señalaron.
En tanto, una investigación previa identificó como un fenómeno real a la sensación de “hangry”, una mezcla de hambre y enojo. Se trata de una expresión que ha ganado popularidad en los últimos años, pero que no había sido estudiada en profundidad por la ciencia. Ahora, este trabajo logró registrar que el hambre se asocia a mayores niveles de ira e irritabilidad, como así también a menores niveles de placer.
En resumidas cuentas, la alimentación intuitiva es una filosofía que anima a escuchar al cuerpo y a detectar señales de hambre y satisfacción. Es decir, que comemos cuando tenemos hambre y dejamos de hacerlo cuando estamos llenos.
Con este tipo de alimentación, los expertos aseguran que se impulsa una actitud saludable hacia la comida y la imagen corporal.
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