Alivianado el vía crucis de los uasdianos

Tony Pérez.

El actual rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y su equipo han dado un paso que de seguro no hará explosión mediática como los chismes políticos, crímenes horrendos, alijos de drogas, accidentes fatales, catástrofes, trucos faranduleros, fiestas, comidas de la alta sociedad y casamientos gay. Pero eso no le quita a la acción su gran impacto interno y su poder para desenmascarar las cojeras institucionales de la sociedad.

Ha anunciado Mateo Aquino Febrillet, en breve nota, que 180 mil estudiantes de la academia ahora pagarán con tarjeta bancaria su matriculación y otros servicios.

Parece una tontería que no requiere reconocimiento por cuanto se enmarca en el cumplimiento de los deberes de las autoridades universitarias. Mas no es así. Sobre todo en una sociedad como la nuestra donde muchas instituciones, incluida la UASD, agotan sus días dando tumbos y las acciones que le suponemos rutinarias son “noticiones” dignos de felicitaciones.

Primera de América, ahora megauniversidad, esta academia ha sometido siempre a sus estudiantes a la tortura de filas kilométricas, durante ocho y diez horas –si hay suerte–, bajo el  sol y la lluvia, hasta para pagar un peso al área financiera, so pena de perder el semestre, pese a la inversión de unos 18 millones de dólares en una vulnerable plataforma informática. Y esa es una perversidad sin parangón impropia de un lugar desde donde cantaleteen respeto a los derechos humanos y discursean sobre posmodernidad.

No pueden querer a la UASD miles de estudiantes que semestre tras semestre son sometidos a tales vejámenes. Nadie sabe aún si tan inhumano trato induce a egresados y egresadas a después cobrarle a la sociedad con corrupción, violencia y desprecio la frustración que le han pegado sin derecho a defenderse.

Los tres anteriores rectores (Porfirio García Fernández, Roberto Reyna y Franklin García Fermín) ocuparon sus trienios en “cosas más trascendentes”. Pero obviaron aspectos socialmente importantes y de bajo costo como la señalada.

Los pequeños detalles y la racionalidad en gastos no han sido prioridad hasta ahora. Y eso es grave si hablamos de una universidad pobre que no ha naufragado porque la auxilia el Gobierno cada vez que pierde el rumbo y va a la deriva.

Para ningún sitio va este centro de estudios mientras haya un aula sucia, oscura, con butacas escasas y destartaladas, pizarras malas, sin zafacón, sin escritorio ni silla para el docente; mientras haya un sanitario peor que un retrete descuidado, sin agua, sin jabón, sin papel; mientras no se invierta en actualización y en la calidad de vida de su profesorado; mientras las buenas iniciativas y la retaliación política sean el signo…

Con pasión por el trabajo, racionalidad en los gastos que  satisfacen la gula de algunas autoridades y de la vagancia; con ideas oportunas, actitud preactiva, sinceridad y lealtad frente al empleador que es el Gobierno, se puede hacer mucho allí con recursos propios y externos…

Lo único que la UASD ya no resiste la espera. Y, paradoja de la vida, sobrevive como el hijo malo, quien, pese a su mayoría de edad, desahuciado de la calle, vuelve la casa y cree que los padres están obligados a suplirles las drogas de sus vicios y celebrarles sus travesuras.

 

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