Alternabilidad de poder

Por muy bien que gobierne un partido, la alternabilidad en el ejercicio del poder político es uno de los principios fundamentales para la renovación en cualquier democracia.

Esta alternabilidad equivale a que los que ocupan cargos y los partidos que logran conquistar la ñoña, como se llama  popularmente a la banda presidencial, cambien periódicamente y ningún partido o persona se perpetúe, promoviendo una especie de autoritarismo.

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Esto se torna todavía más inquietante porque el partido de gobierno, el PLD, también domina el Congreso, que en otros países juega un papel importante de contrapeso y equilibrio en la balanza de los poderes públicos.

Es preocupante escuchar que el partido morado o cualquier otra organización política piense que pueda gobernar durante los próximos 20 años, haciendo la salvedad de que como van las cosas en el PRD, el mayor partido de posición, que no ha podido subsanar sus diferencias, le da armas al PLD para creerse que puede dirigir los destinos nacionales en las próximas dos décadas.

Pero más allá del conflicto en el PRD, me pregunto ¿dónde está el liderazgo joven de otros partidos?

¿Es que solo el PLD puede ser una fábrica de presidentas y presidentes para nuestro país?

¿Está tan cansado el pueblo de los dimes y diretes de la oposición que es indiferente o le da igual quien esté en el Palacio Nacional?

¿Es que nos hemos olvidado que la alternabilidad garantiza el dinamismo y el constante flujo de ideas y evita el estancamiento en cualquier nación?

Son todas preguntas válidas que como ciudadanos debemos hacernos porque a tres años de las elecciones del 2016, todo indica que ya han comenzado las compañas soterradas y en estos momentos no se vislumbran opciones de poder que nos den esa alternabilidad, que es fuente de nuevos aportes, nuevas ideas y cambios que renuevan la estructura gubernamental.