A todos desde que tenemos uso de razón seguramente nos hicieron el cuento del lobo y las ovejas. ¡Ahí viene el lobo! Yo recuerdo muy bien que me lo repitieron varias veces y casi nunca le hice caso. Era una forma de precaver o de anticipar lo que pudiera suceder.
La muerte de Luís Díaz me recuerda a una entrevista vía telefónica que me hizo Severo Rivera desde la funeraria preguntándome por Martha Heredia. Recuerdo que le dije que para mí ella era como un río que se botó y ya fuera de su cauce se lleva todo lo que encuentra, que entendía que debería ponerse en manos de psicólogos o psiquiatra porque ya el comportamiento desde argentina se veía con manifestaciones díscola y bipolar.
A los tres meses la conocí, me la trajo mí manejado, “Vakero”, quien quería que la ayudara en su carrera artística. Al cabo de media hora de conocerla confirmaba la impresión que me había dado desde argentina. Me dijo con su risa cándida la santiaguera, que había pasado dos años en NY trabajando desde los 14 como mesera en un restaurant y en otras horas atendiendo a una persona anciana viviendo en una habitación alquilada.
Le pregunté, aparte de eso, qué había hecho en esa peligrosa ciudad y me dijo que de todo lo que se dice de todo. Claro, a buen entendedor pocas palabras bastan. Me sorprendió la honestidad con la que me habló y le dije a ambos que el primer paso que debería dar era ponerse en manos de un psicólogo o psiquiatra, lo que había dicho tres meses antes. Llamé a mi amigo el doctor Cesar Mella quien con presteza la atendió, no solo a ella, sino que también lo incluyo a él. El resultado solo lo sabe el doctor Mella por discreción médica.
Sucedió la desgracia de haber arrollado a un ciudadano haitiano en una madrugada bajo un efecto aún no esclarecido. Hace casi un año me separé de trabajar del amigo Vakeró porque como el cuento del lobo y las ovejas le había dicho reiteradamente que ella podría destruir su vida como hombre y como artista. La cándida santiaguera se convirtió en lobo y ha herido casi casi mortalmente al serie 23 que se trasformó en oveja.
Amigos: El diablo sabe por viejo y no por diablo, Y yo no soy de ahora.