En el mes de la mujer Amina Filali, nos regalo su vida, ya no le servía. Prefirió el suicidio a vivir con el hombre que la violo. Escogió ingerir veneno de ratas y morir a respetar las normas de su “cultura” y la Constitución de su país.
El artículo 475 del Código Penal de Marruecos permite al agresor o violador de una menor casarse con su víctima y evitar así el juicio y la probable pena de cárcel. Al hacerlo reconoce su culpabilidad. Según el Código de Familia del 2004, los padres deben autorizar el matrimonio.
A los 15 años Amina Filia fue forzada por un adulto a tener sexo con él, a partir de la negociación entre las autoridades, los padres y el violador, con el fundamento de “limpiar el honor de la familia”, fue violada de forma reiterativa con la confabulación de todos.
Con su silencio, Amina Filia nos regalo la palabra, nos devolvió la voz y el despertar de muchas mujeres y hombres sensibles indignados ante la realidad de niñas y mujeres en muchos partes del mundo. Con su injusto destino, Amina Filali, ha obligado a las autoridades a tratar el tema, su muerte ha dado la vuelta al mundo.
Con la bendición del Poder Legislativo, del Poder Judicial, del Ministerio de Educación, del Ministerio de Salud, de todas las Alcaldías y de la sociedad, en nombre de la llamada “cultura” en República Dominicana las niñas son obligadas a tener sexo con un adulto sin repercusiones legales.
El embarazo en niñas y adolescente forma parte de nuestra cotidianidad. Por activa o por pasiva las menores de edad son obligadas a tener sexo con adultos. En el 2011, solo en tres maternidades de la ciudad de Santo Domingo se reportaron 663 embarazos en niñas entre 10 y 15 años. Es un problema de la “pobreza”.
Igual que en Marruecos, en República Dominicana, el matrimonio después de una relación sexual o un embarazo en una menor de edad sin responsabilidad penal es una violación consentida por la sociedad. Las autoridades son ciegas a las relaciones de poder desiguales entre ambos. Nos sobran ejemplos bien concidos.
Cada día muchas niñas y adolescentes son violadas por adultos; si la biología le juega una mala pasada y queda embaraza, es obligada a parir el producto de la violación y forzada a vivir recordando el rostro del violador. Si la niña o mujer decide cambiar su destino es penado por nuestra bendita legislación.
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