Ámsterdam.- El casco antiguo de Ámsterdam, la parte de la capital neerlandesa que incluye el Barrio Rojo, sufre las consecuencias del turismo masivo y de fiesta, por lo que el municipio busca vías para reducir su atractivo a ciertos visitantes y se plantea prohibir fumar cannabis en la zona y limitar el horario de venta de drogas blandas.
El ayuntamiento tiene una serie de propuestas sobre la mesa, que aún deben debatirse con los vecinos, empresarios y el consejo, y que incluyen prohibir fumar cannabis en el casco antiguo, cerrar antes la hostelería y la prostitución los fines de semana, y restringir aún más la venta de alcohol en la zona, cuya venta está ya prohibida en comercios y cafeterías de jueves a domingo a partir de las 4:00 horas.
El gobierno municipal también investiga la posibilidad de limitar la distribución de drogas blandas en los «coffeeshop», locales de venta y consumo de marihuana, de la zona durante las últimas horas de la tarde, en un paso más hacia la reducción de las consecuencias del abuso de las drogas y el alcohol en las calles.
El municipio busca sobre todo mejorar la vida de las personas que residen en el área, tras el éxodo de los últimos años hacia la periferia por las inseguridades, el ruido y la suciedad que está suponiendo vivir en el casco antiguo de Ámsterdam.
«Los turistas también atraen a vendedores ambulantes que a su vez provocan delincuencia e inseguridad. El ambiente puede volverse sombrío, especialmente por la noche. Las personas que están bajo la influencia se quedan mucho tiempo. Los residentes no pueden dormir bien y el vecindario se vuelve inseguro e inhabitable», lamenta el ayuntamiento.
El objetivo, explica, es «contrarrestar aún más las enormes molestias, especialmente por las noches», en el área de De Wallen, que incluye el Barrio Rojo. Vecinos y empresarios tendrán cuatro semanas para dar su opinión de las propuestas, antes de que el pleno del ayuntamiento debata las medidas. Si el consejo las aprueba, entrarían en vigor a mediados de mayo.
Estas medidas se suman a otras que ya están en marcha, como la prohibición de beber alcohol en la calle, la aplicación de restricciones a los vendedores ambulantes, la limitación del tráfico en un solo sentido durante los periodos de mayor actividad, y el cierre de partes del Barrio Rojo en épocas de mucho turismo.
«Si las molestias no disminuyen lo suficiente con la prohibición de fumar, también se estudiarán las posibilidades de prohibir fumar en las terrazas de los cafés de la zona», advirtió el Ayuntamiento, que ha intensificado en los últimos años la búsqueda de soluciones a las atracciones turísticas más controvertidas de la ciudad: el Barrio Rojo y los «coffeeshop».
Una de las medidas ya decididas por el municipio es que los establecimientos con licencia de hostelería cierren sus puertas a las 02:00 los viernes y sábados (en vez de las 04:00), mientras que los negocios de la prostitución pueden permanecer abiertos hasta las 03:00, en lugar de hasta las 06:00 de la mañana.» «Para distribuir mejor a las multitudes, no se permiten nuevos clientes después de la 1:00 de la madrugada».
«También queremos cerrar las terrazas a la 1:00 a.m. en los meses de verano, en lugar de las 2.00 como ahora. Podéis opinar durante cuatro semanas sobre el adelanto de los horarios de las terrazas», pide el ayuntamiento en su web a los vecinos de Ámsterdam.
Hace dos años, Ámsterdam quiso dar un paso más allá y prohibir a los turistas extranjeros el acceso a los «coffeeshops», debido al aumento de demanda de drogas blandas provocado por el «turismo del cannabis», pero la medida no ha salido adelante, al menos de momento.
Casi un tercio de estas cafeterías en Países Bajos se encuentran en Ámsterdam. Según una investigación llevada a cabo por el municipio, un gran número de turistas extranjeros ya no querrían venir a Ámsterdam si se les prohíbe la entrada a los «coffeeshops», lo que supondría que, en 2025, la capital solo necesite 73 locales para atender a la demanda local.
Ámsterdam también investiga la posibilidad de trasladar el Barrio Rojo a una especie de «centro erótico» en otro lugar de la capital, alejado la prostitución del centro turístico, en una apuesta por atraer «un turista diferente» a la ciudad, haciendo que sea un lugar al que también quieren ir los propios residentes.