Argentina: Un destino de ensueño se abre para los viajeros dominicanos

Argentina se lleva en la memoria y en el paladar.

Con solo una visa americana, se abre la puerta a un país de contrastes: la magia del tango, los sabores del sur y los paisajes infinitos de la Patagonia.

En una travesía organizada por Visit Argentina, un grupo de viajeros descubrió la esencia de este destino: cultura viva, gastronomía de excelencia y escenarios que enamoran a primera vista.

El recorrido comenzó en Buenos Aires, la ciudad que nunca deja de moverse. Desde el corazón del obelisco, la primera parada fue la Feria Internacional de Turismo, una fiesta de colores, acentos y experiencias.

Al caer la noche, el Rojo Tango Show, en el emblemático Faena Hotel, encendió la pasión argentina: música, danza y elegancia bajo luces escarlatas. La jornada cerró con sabores memorables en el mercado, donde el Malbec y la alta cocina porteña se dieron la mano.

El segundo día despertó con dulzura en Dulce de Leche & Co.

Premiado por elaborar el mejor dulce de leche del país. Luego, dimos un paseo por San Telmo y su mercado bohemio, antes de almorzar en La Popular, donde las milanesas son historia viva desde los años 40.

La tarde llevó al grupo hasta La Boca y su colorida Calle Caminito, donde el arte se respira y la estatua de Messi roba miradas y sonrisas. La gente hace fila para fotografiarse en este punto de la ciudad. La noche terminó entre piano y velas en el tradicional Café Brighton, testigo de otra época.

El tercer día fue para el arte y los libros

Desde el majestuoso Teatro Colón hasta la emblemática pizzería El Cuartito, y por supuesto, una parada en la librería Ateneo Grand Splendid, donde leer se siente como estar en un teatro, porque de hecho, era un teatro convertido en librería.

En Matea, el primer bar de mates de Latinoamérica, se compartió algo más que una infusión: se compartió una tradición. Aprendimos a hacer mate.

Al caer la tarde, un vuelo al sur dio paso a la Patagonia, a Bariloche. Bariloche recibió al grupo con montañas, lagos y aire puro. El circuito chico reveló paisajes que parecen pintados, y desde el Cerro Campanario —uno de los miradores más bellos del mundo según National Geographic—, el alma se quedó sin palabras. La ruta continuó por la Colonia Suiza y el mirador Brazo Tristeza, hasta cerrar el día con una cena frente al lago Nahuel Huapi.

Al día siguiente fue todo de tierra y viento

Una cabalgata por la estepa patagónica, almuerzo campestre y, al anochecer, un brindis en Bar Nene, antes de entrar al mágico Ice Bariloche, donde todo —vasos, mesas y muros— está hecho de hielo.

Y llegó el adiós. Un paseo en velero por el Nahuel Huapi fue la despedida perfecta. El reflejo de las montañas en el agua resumía todo lo vivido: la intensidad del tango, la dulzura del alfajor y la calma infinita de Bariloche.