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¿Arrancó ya reelección de Abinader?

Los peledeístas saben que aun con Abel Martínez la tienen muy difícil; la FUPU es un fenómeno mediático con más espuma que chocolate.

José Báez Guerrero
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El reciente anuncio de que el Gobierno reorientará su gasto en 2023 para concentrarse en avanzar las obras públicas postergadas por los gastos por la pandemia y los subsidios tras la guerra en Ucrania, es interpretado por algunos analistas como la formalización del inicio de la campaña para la reelección del presidente Luis Abinader.

Aunque faltan 17 meses para las elecciones, dentro del PRM y sus aliados no aparece ningún aparente contendor serio que pueda oponerse a la candidatura del actual presidente, salvo algunos desacreditados recién llegados al PRM, despechados por estar sin algún nombramiento o negocio gubernamental.

Sin embargo, pese a que hoy tampoco luce que ninguno de los aspirantes a sustituir a Abinader posee suficiente popularidad para disputarle su reelección, quizás los mayores obstáculos a la continuación de Luis los ponen integrantes de su Gobierno.

Los pempenes
Un inusitado fenómeno político mortifica a la oposición: los macos y errores del gobierno al parecer no afectan significativamente la popularidad y nivel de aprobación de Abinader.

Las distribuidoras de electricidad y el chismorreo en el sector es un punto oscuro, empeorado por ataques abiertos y ocultos al ministro de Energía y Minas por integrantes del gabinete. En la minería están paralizados importantes proyectos que pueden significar enormes ingresos para el país, como la expansión de la Barrick, que espera aprobación para una presa de colas, o la paralización de GoldQuest por falta de autorización para sus estudios ambientales en San Juan de la Maguana.

La lentitud del juzgamiento de casos por corrupción atribuidos casi todos al gobierno anterior, con abusos mediáticos (lawfare) y encarcelamiento por más de 18 meses de inculpados, viola el debido proceso y sus derechos constitucionales, aparte de victimizarlos políticamente.

El crecimiento del endeudamiento ha servido para tener reservas récord en dólares, pero también para financiar subsidios como los de los combustibles. La educación pública está encharcada con investigaciones del destituido ex ministro Fulcar. Falta decisión de autoridades ante los ataques del Colegio Médico al sistema de seguridad social. Hay reincidencia en anunciar medidas que luego son eliminadas o modificadas.

Buen gobierno
¿Cómo logra Abinader mantener niveles de aprobación en rangos superiores al 65% pese a tantos macos que la oposición le enrostra a diario? Quizás sus notables éxitos, repetidos por una formidable maquinaria mediática liderada por Homero Figueroa, con asesores directos del presidente como Rafael Núñez y las mejores agencias, han calado en una población que recibió antes un diluvio de denuncias por la prensa adicta al PRM.

Abinader no ha tenido, como tuvo Danilo Medina, una feroz oposición mediática ni política. Los líderes de opinión que favorecieron a Luis, como Huchi Lora, Juan Bolívar Díaz, Zapete, Salazar, Milagros Germán, Mariasela , Fausto Rosario y otros, se han retirado, aceptado ministerios, embajadas o puestos en consejos directivos, contratos de publicidad o tienen otras motivaciones legítimas o de conciencia para no criticar ni atacar al gobierno, favorecido por esta laxitud o flojera opositora y mediática. Pasa igual con los exdirigentes de las más beligerantes entidades de la sociedad civil.

Pero en verdad hay numerosos logros, como su éxito contra la pandemia, la recuperación del turismo, el crecimiento y estabilidad de la economía, el control de la inflación importada, el mantenimiento del abastecimiento del mercado en época de crisis mundial de suministros, la mejor gestión y mayor recaudación de las Aduanas y la DGII, la difícil reforma policial, la mejoría de la clasificación de riesgo del país, la atracción de nuevas inversiones en generación, turismo y zonas francas, la modernización de las Fuerzas Armadas y la firmeza del Gobierno rechazando la pretensión estadounidense de aceptar en el país más migración haitiana ilegal o campos de refugiados.

Sin embargo…
A veces parece que los principales incordiantes de Abinader están dentro del Gobierno, no porque compitan con él por la candidatura del PRM, sino que, ante la desarticulada oposición y flojedad crítica de la sociedad civil, no parece haber figuras que hagan de viejos sabios –excepto Hipólito Mejía— aconsejando sobre las consecuencias a largo plazo de ciertas inconveniencias, como la lucha por crear fideicomisos públicos con un marco legal que podría ocasionar futuros expedientes por corrupción.

Además, esos esquemas innecesarios crean desgaste político con poco beneficio, pues casi todas las inversiones propuestas como fideicomisos pueden realizarse sin esa figura, que es muy útil en muchos casos privados pero que presenta complicaciones al usar bienes públicos como garantía para financiar la gestión privada de proyectos gubernamentales.

La transparencia es esencial para lograr que Abinader rompa el maleficio que ha afectado a los gobiernos de la época de la pandemia, ninguno de los cuales en América Latina ha logrado ser reelecto y en el mundo pocas excepciones como Macron en Francia.

Los expertos en informática, incluso los denunciados por políticos que culparon a un ficticio algoritmo de su fracaso, conocen la denominada programación dinámica en reversa, que analiza las etapas progresivas –pero en reversa— de cualquier problema o resultado desde donde se quiere llegar idealmente hasta el punto de partida, para evaluar críticamente cada decisión y sus consecuencias.

Lo contrario es la improvisación y el repentismo, que obligan a ir corrigiendo cada pequeña desviación o error, restando tiempo, energía y recursos al logro del objetivo deseado. En política y asuntos de Estado, es como salir hacia Manzanillo, pasando por San Pedro de Macorís para terminar en Los Negros, Azua, cansado por tan largo viaje…

Los peledeístas saben que aun con Abel Martínez la tienen muy difícil; la FUPU es un fenómeno mediático con más espuma que chocolate. El peligro a la reelección de Abinader está dentro de su propia casa política.

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