Nueva York.- Los artistas dominicanos Reynaldo García, Chiqui Mendoza y Rider Ureña reivindican su lugar de origen y relatan la experiencia migratoria a través de ocho obras, reunidas en una exposición que podrá verse en la Hispanic Society de Nueva York desde este viernes hasta el 30 de junio.
La muestra ‘Dominican Yorks at the Hispanic Society’ da voz a aquellos dominicanos que emigraron y se establecieron en la Gran Manzana en oleadas migratorias que tuvieron su punto álgido a mediados del siglo XX y que estuvieron motivadas por la inestabilidad política y económica del país.
La población dominicano-estadounidense supera ya los dos millones de personas, de las cuales casi 900.000 residen en el área metropolitana de Nueva York, especialmente en el barrio donde se ubica el museo, Washington Heights.
La experiencia migratoria y las raíces dominicanas marcan la tónica de las siete pinturas que componen la exposición y que retratan la interculturalidad de la República Dominicana -influida por la cultura española, aborigen y africana- así como la sensación de vivir entre dos mundos, el país de origen y el lugar al que se emigra.
«Siempre es una lucha entre lo que uno dejó y lo que encontró», contó a la prensa García en una presentación de la muestra en el museo, haciendo referencia al día en que abandonó su país y se mudó a Estados Unidos.
Sus tres obras, «Las gracias de la Virgen mientras se baña», «El dilema de 2016» y «Mi Nacimiento», se enfocan en la figura de la mujer, representada al estilo de las vírgenes de la iconografía católica, y relatan la relación del artista con las mujeres que han formado parte de su vida: su madre y sus ex-parejas.
El dominicano retrata en el primer cuadro a la Vírgen de la Altagracia (considerada la protectora del pueblo dominicano) como una mujer de piel oscura que aparece de perfil, con el torso desnudo y con un panteón de fondo.
García eligió representar a esta virgen a pesar de que la patrona del país es en realidad la Virgen de las Mercedes: «Se considera que ella es la ‘oficial’ porque defendió a los españoles en una batalla contra los nativos de la isla. Vaya contradicción, ¿no?», bromeó.
Y es que el colonialismo está muy presente en la exposición, especialmente en las obras de Chiqui Mendoza, que representa a los santos religiosos San Miguel de Arcángel y San Sebastián, este último atravesado por flechas y pintado enteramente de color rojo para representar la sangre vertida por los dominicanos.
La obra también aborda el tema de la descolonización, pues San Sebastián, que porta elementos de la cultura taína y africana, se levanta sobre un altar tradicional español que aparece destruido: «Es como borrar el altar y repintarlo para imponer nuestra cultura o destacarla, porque ha sido una verdad olvidada y pisoteada», explica el artista.
Mendoza, que aterrizó en Estados Unidos en los años 80, aseguró que la influencia de este país se refleja en la riqueza de los materiales y el refinamiento característico de las obras que se exponen en esta colección temporal, aunque recalcó que sus trabajos «siempre cargan con las raíces».
«A pesar de ese refinamiento y de tener la oportunidad de encontrarme con arte en todas partes, yo quiero mantener esa crudeza de nuestro Caribe», dijo por su parte García.
Por otro lado, las dos obras de Rider Ureña, que no pudo acudir a la presentación, son una reinterpretación del famoso cuadro de Francisco de Goya «La duquesa de Alba» (expuesta en la colección permanente del museo), que en la obra del dominicano se representa de manera abstracta y con un velo negro.
«Su obra plástica es tridimensional, a pesar de que se mantiene dentro de los formatos planos», aseguró Reynaldo García.
La exposición también incluye un tambú gagá (prestado por García), un tambor alargado que se toca en la banda musical gagá, una compleja composición de música y danza popular en República Dominicana.
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