Esta semana en redes sociales circularon curiosos mensajes de indignados por la invasión haitiana, proponiendo crear milicias o grupos paramilitares para dizque ayudar a las Fuerzas Armadas y la Policía. Eso sería una locura.
Guardias y policías están perfectamente capacitados para cumplir si les ordenan, con efectivo control por parte de los superiores, hacer respetar las leyes y demás normas jurídicas sobre inmigración ilegal.
La creación de soluciones fuera de la ley –y además tan extremas como armar milicias— sólo creará mayores y peores problemas que podrían acelerar un presagiado descalabro político. Todos los promotores, serios o sinvergüenzas, del anti-haitianismo, harían mejor dedicando sus ímpetus a ser pro-dominicanos.
Así como el amor siempre vence al odio, la legalidad da mejores frutos que agriar más una sociedad zarandeada por demasiados males prevenibles o remediables. La pudrición de Haití por su creciente incapacidad de organizarse nos seguirá afectando malamente siempre y sólo podremos preservar nuestro país saneándonos y fortaleciéndonos, con el imperio de la ley y la guerra a la impunidad. ¿Milicias? ¡Zafa!
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