Conversé con el ministro de Energía y Minas cuando la diatriba del funcionario honorífico que quiso ser emperador del fideicomiso para Punta Catalina. Antonio Almonte, fino caballero, tiene estudios en energía nuclear. Como vocero opositor en asuntos eléctricos dio mucha carpeta a las autoridades.
Sin embargo, parece que su participación en el Gobierno que ayudó a subir debe ser en otra área. Aparte de Educación, no hay ministerio más ruidosamente conflictivo que el suyo. Ayer justificó el retraso de estudios ambientales del proyecto Romero de Goldquest, alegando falta de licencia social. ¿La tiene su plan de poner la planta flotante turca en Azua? Ayer también, el jefe de Edeeste dijo que quiere dar servicio al turismo en Miches, un área concesionada, mientras no logran resolver sus interminables problemas y ni siquiera dan luz a Higüey.
Toñito ha recibido tantas zancadillas dentro del Gabinete Eléctrico que mi instinto, conocedor de su némesis, es defenderlo. Balaguer quitaría a ambos. Por su propio bien, me apena decir: basta ya. Si no, en 2024 el país pedirá cuentas y las pagarán el Gobierno y su proyectada reelección.