Washington.- El presidente estadounidense, Joe Biden, busca presentarse en la cumbre del clima de la ONU (COP26) de Glasgow (Escocia) como ejemplo de liderazgo mundial con unos ambiciosos objetivos que, sin embargo, chocan con varios obstáculos domésticos e internacionales.
Biden ha remarcado en varias ocasiones que considera la crisis climática «una amenaza existencial para la humanidad» y la ha ubicado en la primera plana de su agenda.
Los objetivos climáticos marcados por el mandatario a su llegada a la Casa Blanca son de una escala enorme: reducir las emisiones de EEUU de gases de efecto invernadero para 2030 en un 50% desde los niveles de 2005 y crear un sistema de producción de electricidad nacional sin emisiones de carbono para 2035.
Para ello, lanzó un plan de gasto social valorado en 3,5 billones de dólares, que posteriormente redujo para contentar a los moderados de su propio partido a 1,75 billones, con un importante capítulo de 550.000 millones de dólares dedicado al cambio climático y diseñado, entre otros aspecto, para favorecer la transición de las plantas de generación eléctrica hacia energías renovables.
Asimismo, Biden ha propuesto que el 50 % de las ventas de vehículos en 2030 sean de modelos eléctricos, dentro un plan paralelo de modernización de infraestructura de un billón de dólares, con subsidios para su compra.
Las negociaciones, no obstante, se están prolongando más de lo esperado en el Congreso estadounidense, y dificultan la intención del presidente de llegar a Glasgow con los deberes hechos en el plano doméstico.
De mantenerse la actual política energética y de transporte sin cambios, las reducciones en las emisiones de gases contaminantes respecto a los niveles de 2005 serán de entre 17% y 25%, por debajo de los objetivos del mandatario, según un análisis divulgado la pasada semana por la empresa de investigación Rhodium Group.
«Estados Unidos aún está trabajando para reconstruir su credibilidad y confianza. La Administración encarará escepticismo tanto sobre si avanzará sus planes en casa como si seguirá siendo confiable cuando Biden concluya su mandato», señalaron Antony Pipa y Kaysie Brown, investigadores del centro de estudios Brookings Institution de Washington, en un reciente artículo.
METANO, EL OTRO GRAN CONTAMINADOR
Por otro lado, Washington ha propuesto reducir las emisiones globales de metano en un 30 % para 2030, una iniciativa que impulsa junto a la Unión Europea (UE).
Biden considera que, sin mayores compromisos de las grandes economías, «se escapa de las manos» el objetivo marcado por el Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura media mundial a 1,5 grados centígrados para finales de siglo.
El metano es el segundo mayor gas antropogénico (originado por la actuación humana) que contribuye al calentamiento global, después del dióxido de carbono (CO2), y es responsable de «alrededor de medio grado» centígrado del aumento en la temperatura del planeta, según la Casa Blanca.
Las principales fuentes de emisiones de metano están asociadas a la extracción de petróleo y gas natural y la industria ganadera.
CHINA E INDIA AVANZAN CON MÁS LENTITUD
Pero los expertos consideran que pese la importancia de las metas marcadas por Estados Unidos es imprescindible que se sumen los otros grandes contaminadores globales como China e India.
El enviado especial de Biden para el cambio climático, John Kerry, ha viajado a China para tratar de recabar el respaldo de Pekín, pero las tensiones geopolíticas y económicas entre los dos grandes poderes mundiales han impedido un acercamiento significativo.
De hecho, ni el presidente de China, Xi Jinping; ni el primer ministro indio, Narendra Modi participaron en el Foro de Grandes Economías sobre Energía y Clima, organizado por la Casa Blanca el pasado mes septiembre, lo que enfría las aspiraciones globales.