Lucía Leal Washington.- El presidente de EE.UU., Joe Biden, defendió este jueves la operación que acabó con el líder del Estado Islámico (EI), Abu Ibrahim al Hashimi al Qurashi, a pesar de que se cerrara con víctimas civiles, entre ellas varios niños.
«Tomamos todas las precauciones posibles para minimizar las víctimas civiles», aseguró Biden en un discurso en la Casa Blanca en el que confirmó la muerte de Al Qurashi, que dirigía el grupo yihadista desde 2019. Al Qurashi se inmoló «en un acto de cobardía final», según Biden, al detonar un artefacto explosivo después de que fuerzas especiales de EE.UU. descendieran esta madrugada en el edificio donde vivía en la aldea de Atme, en la provincia siria de Idlib.
«Este horrible líder terrorista ya no existe», celebró el mandatario.
De acuerdo con los Cascos Blancos, un grupo de rescatistas que opera en las áreas de Siria controladas por la oposición y que se encargó de tratar a los heridos y recuperar los cuerpos, un total de 13 personas murieron durante la intervención, entre ellos 6 niños y 4 mujeres.
El Pentágono solo confirmó la muerte de 7 personas, entre ellas Al Qurashi, su mujer y al menos dos niños que fallecieron en el tercer piso del edificio debido a la explosión, explicó en una rueda de prensa el portavoz del Departamento de Defensa, John Kirby.
Otras tres personas -un lugarteniente de Al Qurashi, su mujer y un menor- murieron por disparos de las fuerzas estadounidenses después de atrincherarse en el segundo piso, donde vivían, y «abrir fuego» contra los militares, añadió Kirby. Un alto funcionario estadounidense, que pidió el anonimato, insistió en que todas las víctimas se debieron a «los actos de los terroristas dentro del edificio», en el que vivía el líder del EI pero que también estaba habitado por varias familias civiles, entre ellas niños.
La planificación de la operación duró meses y fue en diciembre cuando Biden empezó a debatir sobre el tema con su equipo, una vez que la inteligencia estadounidense se cercioró de que era Al Qurashi quien se encontraba en el edificio. Acabar con él era complicado porque el líder del EI «nunca abandonaba la casa», con la excepción de «subir en ocasiones al tejado para bañarse», y dirigía las operaciones del grupo «mediante mensajeros que iban y venían», explicó el citado funcionario.
Biden dio finalmente luz verde a la operación el pasado martes y siguió aspectos clave de su desarrollo la noche del miércoles desde la Sala de Crisis («Situation Room») de la Casa Blanca.
«Sabiendo que este terrorista se había rodeado de familias, incluidos niños, tomamos la decisión de llevar a cabo una redada de fuerzas especiales, algo mucho más arriesgado para nuestra propia gente, en lugar de lanzar un ataque aéreo», afirmó este jueves Biden.
El secretario de Defensa de EE.UU., Lloyd Austin, responsabilizó de las víctimas civiles a «Al Qurashi y otros en el complejo, que causaron directamente las muertes de mujeres y niños». «Pero, dada la complejidad de esta misión, examinaremos la posibilidad de que nuestras acciones también puedan haber resultado en daños a gente inocente», matizó Austin en un comunicado.
Su portavoz, Kirby, precisó después que todavía no se ha tomado ninguna decisión de llevar a cabo una investigación formal, aunque no descartó que pueda ocurrir.
Kirby recalcó que los efectivos estadounidenses hicieron numerosos llamamientos para instar a las personas que se encontraban dentro del inmueble a que salieran, incluso una vez que la operación comenzó. Confirmó que consiguieron evacuar a 10 personas y el citado funcionario que habló bajo condición de anonimato aseguró que 8 de ellos eran menores.
Cuatro de esos niños fueron rescatados en la segunda planta, una vez que concluyó el tiroteo en el que las fuerzas estadounidenses mataron al lugarteniente de Al Qurashi, su esposa y un menor.
Otros civiles evacuados eran miembros de una familia que vivía en el primer piso, que al escuchar el primer llamamiento de las fuerzas estadounidenses, «salió y fue trasladada a un lugar seguro», indicó el mencionado funcionario.
La semana pasada, el Pentágono anunció que desarrollará un plan en 90 días para minimizar las bajas civiles ocasionadas por los bombardeos de EE.UU., tras la polémica ocasionada por un ataque de agosto en Kabul, en el que murieron diez personas inocentes, muchos de ellos menores.
La operación en Siria fue muy similar a la redada estadounidense que en octubre de 2019 terminó en la muerte del predecesor de Al Qurashi al frente del EI, Abu Bakr al Bagdadi, quien también detonó una bomba que lo mató a él y a dos niños para evitar ser capturado o asesinado por EE.UU.
La muerte de Al Qurashi, que según Biden fue el «impulsor del genocidio del pueblo yazidí en el noroeste de Irak» en 2014, supone un nuevo golpe para el EI, que se ha debilitado en los últimos años en Siria e Irak.
Aunque desde 2019 ha habido «menos ataques» del EI contra objetivos en Occidente, el grupo yihadista se ha expandido a nivel internacional y ahora tiene filiales o ramas en «tres docenas de países diferentes», reconoció el citado funcionario estadounidense.