El miércoles pasado un teniente coronel de la Policía, Danilo de la Rosa, se presentó al Palacio de Justicia de Ciudad Nueva con una bandeja llena de simulados dólares: “Hemos venido a traerles a los imputados la comida que más les gusta. También les trajimos su botellita de agua y su calmantico, por si se ponen malos y les da diarrea, vómito o dolor de cabeza”. Sí, un policía con fino sentido del humor; si, un policía vestido de uniforme y con sus insignias; sí, un policía que antes que nada es un ciudadano con conciencia; sí, un teniente coronel que así, modestamente, empezó a conquistar la gloria.
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