De entre tantos funcionarios de toda clase, algunos merecedores del consulado en Kiev o la gobernación de la Beata, varios cercanos al presidente reciben frecuentes reconocimientos del sector privado, cuyos silencios suelen ser elocuentes. Uno de mis favoritos es Yayo Sanz, político joven de enorme futuro dentro del PRM, a quien esta semana la Cámara Americana de Comercio distinguió por su éxito como director de Aduanas. Sé que ese ambicionado cargo no era el deseado por Yayo cuando el PRM subió al poder en 2020: igualmente sé que es muy merecido el elogio por los gremios empresariales. Su empeño por convertir al país en un hub logístico y modernizar las gestiones aduanales para facilitar el comercio exterior, es parte de los fundamentos del crecimiento y estabilidad del país. Al recibir una placa en el almuerzo de acción de gracias de la Amcham, Sanz reiteró su objetivo de apoyar el desarrollo sostenible de la economía. Fue distinguido además otro funcionario que en estos días publicó unas interesantes y lujosas memorias. Felicito a Yayo por la claridad con la que expresa sin ambages su filosofía de que el motor de la economía es el sector privado. Que, añado yo, jamás podrá ser sustituido por ningún gobierno ni empresa estatal.