Los augures criollos son llamados “boquechivos” en algunos campos. Sin tener bola de cristal, el pasado 15 de julio escribí y copio tal cual: “El país camina rumbo a importantes modificaciones y reformas para cambiar o redefinir el futuro y acelerar notablemente nuestro envidiado progreso y desarrollo. Su fracaso podría sumirnos en peligrosas crispaciones sociopolíticas. La paz y la estabilidad son activos intangibles indispensables. Por eso es impostergable cerrar la creciente brecha entre ricos y pobres y promover que aumenten las inversiones, con creación de más empleos y riquezas. Los problemas nacionales son harto conocidos, réquete bien estudiados. Por eso insisto: la voluntad política y macana legal importan más que un casi imposible consenso o unanimidad en torno a otra reforma constitucional, las cuestiones fiscales, laborales y de seguridad social, efectividad de la instrucción pública, remediar la vergonzosa quiebra de las EDE y lograr eficacia de fiscales y jueces. Mejorar el gasto gubernamental es más sano que cobrar más impuestos a quienes ya estamos hartos de cumplir carísimas obligaciones fiscales sin recibir casi nada a cambio. La formalización e inclusión financiera serían imposibles aumentando los castigos impositivos. El presidente Abinader tiene una oportunidad excepcional para quedar en la historia como el mayor promotor de la riqueza y el bienestar de todos los dominicanos. Ojalá la aproveche”. Ahora agrego: veremos a ver…