Redacción.- Brad Pitt, de 58 años, admitió que cree que sufre de prosopagnosia o ceguera facial, un raro trastorno que se caracteriza por la incapacidad de reconocer el rostro de las personas. El actor expresó que tiene dificultades para reconocer a las personas y le preocupa que su trastorno haya llevado a que las personas lo vean como “distante, inaccesible”.
“¡Nadie me cree!”, dijo al recordar que esto también es un obstáculo en entornos sociales, sobre todo en fiestas.
“Muchas personas me odian porque piensan que les estoy faltando el respeto”, le dijo a Esquire en 2013. “De vez en cuando, alguien me da contexto y digo: ‘Gracias por ayudarme’. Pero hay gente que me odia porque piensan que les estoy faltando el respeto”.
“Hubo un año en el que simplemente dije, este año voy a afrontarlo y preguntarle a la gente dónde nos conocimos, pero todo empeoró. Las personas todavía se ofendían más e interpretaban mi problema como un gesto de vanidad o egolatría. Pero es un misterio para mí, simplemente no puedo recordar un rostro”, relató Pitt.
Los síntomas de los que el actor habla coinciden con la enfermedad neurológica llamada prosopagnosia, también conocida como “la ceguera de rostros”. Esta es una forma de agnosia (incapacidad de procesar información sensorial) visual.
Este trastorno se caracteriza por la incapacidad de reconocer caras, ya sea de familiares e, incluso, el rostro de uno mismo. Su singularidad es que la persona que lo padece puede distinguir entre las diferentes partes que forman un rostro. Es decir, puede ver los ojos, la boca, la nariz y las piezas que unen una cara, sin embargo, no puede juntar esta información y crear la imagen de un semblante.
Alguien con este padecimiento se puede mirar en el espejo y no darse cuenta de que se está observando así mismo, o al ver una fotografía, ya sea vieja o reciente, tampoco tendrá la capacidad de reconocerse.
Actualmente se sabe que existen dos tipos de prosopagnosia: la congénita y la adquirida. La congénita (o del desarrollo) viene desde el nacimiento, y se debe a una interrupción en la comunicación entre diferentes partes del cerebro, por lo que el individuo no desarrolla adecuadamente la capacidad de reconocer rostros. Es padecida por el 2,5% de la población.
Mientras que la adquirida se debe al daño en el lóbulo temporal occipital, ya sea por accidentes cerebrovasculares, hemorragias, tumores, entre otras. Se encuentra con mayor frecuencia en adultos.
Aunque no existe ninguna cura para esta afección, mucha gente que la padece tiende a enfocarse en características particulares de la persona para poder reconocerla. Ya sea por una particular cicatriz, la forma de vestir, el tono de la voz o señas particulares como un bigote o la sonrisa de quien se desea identificar.