REDACCIÓN INTERNACIONAL.- El área de selva destruida por la minería ilegal en la reserva de los indígenas yanomamis en Brasil saltó un 308.8 % en los últimos 4 años, período que coincide con el Gobierno del ultra derechista Jair Bolsonaro (2019-2022), según un estudio divulgado este lunes por organizaciones no gubernamentales.
De acuerdo con el Instituto Socioambiental, especializado en asuntos de la Amazonía, el área total devastada en la reserva aumentó desde 1,236 hectáreas en octubre de 2018, cuando la deforestación comenzó a ser medida por los propios yanomamis, hasta 5,053 hectáreas en diciembre de 2022, en su última medición.
Tan solo el año pasado, los mineros ilegales que invadieron y explotaron la Tierra Indígena Yanomami destruyeron 1,782 hectáreas de selva en la reserva, una extensión en un 54 % superior a la de 2021.
Los números fueron divulgados 10 días después de que el Gobierno brasileño declarara una «emergencia sanitaria» de «importancia nacional» en la reserva yanomami, la tierra indígena más grande de Brasil, con unos 27.000 indígenas en cerca de 10 millones de hectáreas, ante el «abandono» que sufrieron en los últimos años.
Desde entonces, el Gobierno ha enviado alimentos y refuerzos médicos para atender a esta etnia, afectada por el hambre, la desnutrición y varias enfermedades, debido a que los mineros espantaron la caza y la pesca y envenenaron los ríos con mercurio.
Según cifras oficiales, cerca de 20,000 garimpeiros explotan ilegalmente oro en los ríos de la reserva tras haber invadido el territorio incentivados, según el Instituto Socioambiental, por la retórica antiindigenista y antiambientalista de Bolsonaro.
«Los impactos del la minería ilegal van mucho más allá que los observados por el satélite, que se centra en la deforestación, porque la minería ilegal también disemina enfermedades, deteriora el estado de salud de las comunidades, genera conflictos internos, aumenta los casos de violencia y reduce la calidad del agua», explica el geógrafo Estevao Benfica.
Según el estudio, la malaria avanzó en el territorio yanomami a la misma velocidad que la deforestación, pasando de 246 en 2003 hasta el récord de 21,883 registrado en 2021.
El Ministerio de los Pueblos Indígenas calcula que «al menos 570» niños yanomamis fallecieron en los últimos 4 años «por contaminación de mercurio, desnutrición y hambre».
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, que viajó la semana pasada al estado de Roraima para conocer la crisis de cerca, calificó la situación como fruto de un «genocidio» y de un «crimen premeditado», del que responsabilizó a Bolsonaro, por haber «abandonado» a los indígenas.
La Policía Federal anunció la semana pasada la apertura de una investigación para establecer si la grave emergencia responde a una «omisión», que pudiera constituir el delito de «genocidio».