Me partió el alma cuando, hace unos días, me enteraron en Tenares de que Saúl, 6 años, es insulinodependiente. Es el mejor de los amiguitos de mis traviesos Axel y Alexa.
Se trata de un gordito que sigue muy juguetón pese a su nueva condición. Ni idea tiene de cuánto podría erosionarse su salud y, por tanto, su capacidad para vivir una vida normal. No así sus padres.
La obesidad general y visceral, la diabetes, grasas en la sangre y el colesterol malo afectan al 29 por ciento de las mujeres y al 21 por ciento de los hombres, según el reciente estudio Factores de Riesgos Cardiovascular y Síndrome Metabólico (Efricard II).
Esta contundente confirmación de la investigación patrocinada por el Seguro Nacional de Salud (Senasa) me sabría a la rutinaria palabrería del patio si no estuviera acompañada de acciones concretas orientadas a la toma de conciencia de la población dominicana acerca de los asesinos silenciosos que merodean nuestra salud. La costumbre generalizada es hacer prensa sin contribuir a las soluciones.
“Caminamos para prevenir la diabetes y la hipertensión arterial” es solo una de las actividades emprendidas por la Aseguradora de Riesgos de Salud estatal. Muy bien.
Que un millón de dominicanos y dominicanas sufra de diabetes (10 por ciento de la población general) y que otro medio millón quizás sufra lo mismo sin saberlo, es como para conmocionarse y de inmediato unirnos en una jornada preventiva porque un país enfermo va a ninguna parte. La población general nuestra no llega a los diez millones. Y 31 de cada cien –ha determinado el estudio— sufre de sobrepeso mientras 72 de cada cien tienen familiares con antecedentes de presión alta. Situación que se agrava con la falta de ejercicio, mala alimentación, excesivo consumo de alcohol y tabaquismo. Grave.
Diabetes y presión alta son prevenibles con hábitos sanos. O, por lo menos, no serían tan destructivas con la detección temprana y el amortiguamiento del impacto de factores predisponentes. De ahí la pertinencia de la alerta formulada por Senasa, misma que debería ser emulada por cuantas ARS se asuman como defensoras reales de la salud del pueblo como proceso bio-sico-social.
La prevención es la “medicina” más barata. Y ella debería ser la bandera de las instituciones de salud, públicas y privadas, si su apuesta no es al mercado neoliberal ni la politiquería.
¿Qué esperamos entonces para imitarnos en las buenas acciones si, como Senasa, estamos dotados de buenas intenciones y no de un afán porque la gente se enferme para exprimirle sus ingresos?.
(Este artículo ha sido escrito por un periodista que cree en el carácter imprescindible de Senasa en el sistema de seguridad social, igual que en el reforzamiento de Salud Pública y sus diferentes redes, activas o por activar. El neoliberalismo en el sector salud nada bueno trae a quienes carecen de buenos ingresos. La historia del niño Saúl y los datos usados como soportes para las opiniones, pueden ser verificados si algún lector lo desea).
EL LÍO DE LA REFORMA
No me gusta la reforma porque me empobrece y me echa de la clase media de la cual pendo gracias a un hilito endeble.
Menos me gusta porque no me convencen beneficiarios del leonelismo al tratar de venderme como única causa del déficit fiscal que la provoca, los grandes gastos en la campaña electoral para llevar a Palacio a Danilo Medina.
Salvo que me demuestren lo contrario, percibo –solo percibo, como mucha gente–, que un río de dinero se salió de ese cauce e inundó parcelas personales distantes a los propósitos señalados.
Tirarle ese barullo encima al Presidente sería entonces “jugar a la gatita de María Ramos” en coyuntura tan agitada. Y eso no es sano para nadie. La tirria y el desquite, si las hubiere, empañan relaciones partido-gobierno, dañan la gestión gubernamental, proveen insumos a los adversarios al acecho y, sobre todo, ponen en vilo al país.
Mas mi desacuerdo con la reforma y accesorios, no me nubla la razón. No quiero ser objeto de nadie. Mis tiempos de tonto útil, si alguna vez los tuve, ya pasaron. Muchos de los que ahora protestan por la reforma fiscal, incluidos empresarios y políticos, han sido responsables del gran déficit; otros pescan en río revuelto. Unos y otros carecen de sentimientos nobles; desconocen la palabra solidaridad y solo usan la palabra pueblo como si fuese un preservativo. Farsantes.
Si al Presidente Medina le han reclamado un montón de obras, necesita mucho dinero para edificarlas. Y no lo tiene. Lo único lamentable es de dónde lo sacarán.
OCURRIO GRACIAS A USTEDES
Esa frase del presidente de Estados Unidos y candidato a la relección, Barack Obama, escrita en su Twitter al comenzar este miércoles 7 de noviembre, alienta a millones de latinos e inmigrantes. Le ha ganado las elecciones al republicano Mitt Romney y se quedará “cuatro años más en la Casa Blanca”. Me alegro mucho.
Desde que anunció sus aspiraciones, Romney me pareció un tipo retrógrado, anti-inmigrante, anti-hispano, anti-latino… anti todo lo que no fuera intereses de su clase. Por algo está tan vinculado a las fieras belicistas de los Bush, exportadores de guerras por excelencia para justificar las fábricas de armas.
No suelo ser tan drástico, pero las actitudes y los discursos de ese candidato me obligan. Pura pose en el hablar, cínico al cubo.
Creo que, de haber ganado, habría resultado peor que la súper tormenta Sandy, el ciclón combinado que ha arrasado parte del territorio estadounidense.
Contento por la sepultura política de Romney, espero que Obama, en su segundo y último período presidencial, mire hacia América Latina y el Caribe para “corregir lo que está mal” y “hacer lo que nunca se ha hecho” en términos de relaciones internacionales. En cuatro años ya no será presidente. Él decidirá cómo quiere que le recuerden.
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