Burocracia militar

Aunque en las últimas décadas se ha observado cierto proceso de apertura desde la esfera militar hacia los medios y a través de ellos a la población civil, aún es mucho lo que se necesita avanzar en esa dirección para ser más accesibles y evitar de este modo que la renuencia y el silencio den pie a especulaciones.

Aunque en las últimas décadas se ha observado cierto proceso de apertura desde la esfera militar hacia los medios y a través de ellos a la población civil, aún es mucho lo que se necesita avanzar en esa dirección para ser más accesibles y evitar de este modo que la renuencia y el silencio den pie a especulaciones.

Todavía no ha podido ser superada del todo la vieja cultura aislacionista en que la jerarquía militar se mantenía recelosa y distante cuando un periodista o un medio requería datos en torno a un caso o información de interés general.

Prevalece aún una burocracia en que se remite de un estamento a otro, en muchos casos con inútiles resultados, ya que cada oficina castrense o policial no se atreve a ofrecer una información, aunque la domine y conozca, si no cuenta de antemano con la aprobación de sus superiores.

Aunque la organización militar interna en cada país tiene sus normas y especificaciones, es obvio que en algunas naciones como Colombia se han producido cambios provechosos que bien podrían servir de modelo para introducir aquí posibles reformas que dejen atrás esquemas impenetrables.

Un claro ejemplo de estos avances se evidenció en días recientes cuando ante una llamada de SIN para una entrevista, el comandante de la Policía de Cartagena de Indias en Colombia, el general Henry Sanabria, accedió de inmediato sin reparo alguno y respondió todas las preguntas que le hizo esta servidora acerca de las circunstancias que rodearon el apresamiento  de Cèsar Emilio Peralta, alias Cèsar el Abusador.

Además de responder sin dilación a nuestra solicitud, el comandante policial colombiano mostró un grado amplio de conocimiento sobre lo acontecido en Cartagena y los antecedentes, a la vez que ofreció nuevos y reveladores detalles en una exposición verbal fluida, sin titubeos y sin apoyo de material impreso.

Ojalá llegáramos algún día a tener esa facilidad de comunicación con nuestras estructuras militares, sin que haya necesidad de pedirnos solicitudes por escrito con preguntas o darnos de lado con la recurrente excusa de que se actúa por las llamadas órdenes superiores.

Cuando tengamos fuerzas armadas más abiertas los beneficiarios serán los ciudadanos que necesitan estar informados y los militares también ganarán credibilidad y mejor imagen.