Madrid.- En medio de un fuego cruzado en Ucrania, una bala alcanza a un soldado que cae al suelo pidiendo auxilio, una escena que sentimos en primera persona porque se ha grabado con una cámara colocada en su casco y nos ha llegado a través de las redes sociales.
Entre los muchos hitos que ha supuesto la invasión rusa de Ucrania, de la que esta semana se cumple el primer aniversario, se encuentra la propagación de imágenes del frente de batalla, en ocasiones de gran crudeza, captadas por móviles, cámaras subjetivas y drones que llegan a teléfonos y otras pantallas de una audiencia global.
Aunque imágenes similares de conflictos armados anteriores ya circulaban por internet, el mayor impacto de esta guerra ha multiplicado su difusión y uso propagandístico, que ha contribuido al aluvión desinformador generado por el enfrentamiento, como ha constatado EFE Verifica.
LA PRIMERA GUERRA EN NUESTROS BOLSILLOS
Del mismo modo que muchos consideran la Guerra del Golfo como el primer conflicto bélico televisado en directo de la historia, la guerra de Ucrania se ha convertido en el primero emitido a través de las plataformas digitales, apuntan expertos consultados por EFE.
«Estamos, sin duda, ante la primera guerra que se transmite en directo de forma global a través de las redes sociales”, señala Belén Carrasco Rodríguez, analista sénior del Centro para la Resiliencia de la Información (CIR, por sus siglas en inglés), organización dedicada a contrarrestar la desinformación y denunciar abusos contra los derechos humanos.
Combatientes de ambos bandos se han servido de las redes para publicar «extensamente imágenes de sus éxitos y victorias», mientras que los vídeos de drones han facilitado «una perspectiva panorámica muy útil para enriquecer las investigaciones con contexto sobre el área geográfica que se está analizando», explica Rodríguez.
Estas imágenes permiten por primera vez «ver en tiempo real y de forma muy realista» lo que ocurre en el frente, considera David Sanz, investigador especializado en la Inteligencia de Fuentes Abiertas (OSINT, por sus siglas en inglés) conocido con el pseudónimo de Aimery Parekh.
«Antes solo veíamos lo que podían grabar los periodistas en el frente, pero de forma muy lejana», añade el cofundador de la comunidad española Brigada OSINT, especializada en esta técnica, que consiste en la recolección y análisis -desde el punto de vista de la inteligencia militar- de datos públicos, muchos de ellos accesibles a través de internet.
UNA SELECCIÓN MILITAR DE LA INFORMACIÓN, NO PERIODÍSTICA
La grabación y difusión de estas imágenes ha supuesto un nuevo esquema informativo que prescinde de los medios de comunicación tradicionales.
«Los militares muchas veces no acuden a los periodistas. Cuando vemos imágenes reales de combate, muchas de ellas proceden de cuentas militares de Telegram y de TikTok», afirma Joanne Stocker, periodista y analista especializada en la guerra de Ucrania de Storyful, una agencia de inteligencia estratégica de redes sociales.
Sin embargo, aunque estos contenidos son una gran fuente de información, también pueden servir de arma propagandística para ambos bandos.
«Es una visión parcial de lo que ocurre”, coincide Stocker, pero precisa que propaganda no es sinónimo de falsedad.
«Puedes utilizar incidentes reales como información de guerra», señala esta analista, quien argumenta que también existe el riesgo de desvelar posiciones estratégicas.
Es por ello que los vídeos que comparten las fuerzas ucranianas deben ser aprobados por comandantes o unidades de información para así corroborar que no haya nada que pueda perjudicar a las tropas.
Pero aunque la propaganda no implica siempre engaño, este uso de las imágenes de guerra también se produce de forma fraudulenta.
Y «como internet no tiene fronteras, el contenido no verificado que se comparte sobre eventos que ocurren en Ucrania puede desinformar a audiencias en cualquier país», remarca Belén Carrasco.
INDICIOS Y PRUEBAS DE CRÍMENES DE GUERRA
Otra consecuencia de la grabación y difusión de estas imágenes es que constituyen un testimonio de delitos y pueden usarse en la investigación de crímenes de guerra.
Algunas imágenes de drones han proporcionado información sobre presuntas ejecuciones, como explica Aimery Parekh sobre un caso concreto que combina un vídeo grabado por un soldado ucraniano con tomas de aeronaves no tripuladas que apuntan al asesinato de militares rusos rendidos.
Por otra parte, a pesar de que los vídeos grabados por los propios soldados con sus móviles, las cámaras subjetivas y los drones exhiben la crudeza de la guerra, existe el riesgo de que la violencia se torne en un espectáculo.
«Se ha convertido como en un Gran Hermano de la guerra y es a lo que están jugando los dos bandos», advierte Aimery Parekh.
Stocker alerta a su vez de la pérdida de sensibilidad frente a este tipo de contenidos, como prueba el uso en redes sociales de «palabras que deshumanizan a alguien que ha sido asesinado».