Cambio político en las circunstancias más adversas de la historia nacional

Ascienden
por primera vez a la presidencia y vicepresidencia dos hijos de la etapa
democrática de la República, y se produce una gran renovación del Congreso
Nacional, con mayor participación de los jóvenes, aunque con retroceso en las
mujeres.

El Gobierno que se
instalará mañana bajo la presidencia del economista Luis Abinader, enfrenta las
circunstancias más adversas para el inicio de una gestión en la historia de la
República, con un horizonte incierto por el avance del coronavirus, cuyas
consecuencias económicas y sociales aún no pueden cuantificarse.

Como siempre
prevalece la ilusión del cambio para el fortalecimiento de la institucionalidad
democrática y una mayor equidad económico-social para reducir la desigualdad y
la pobreza,  lo que obligaría a las
nuevas autoridades a una gran reingeniería del Estado para mantener la
confianza de la población, mientras se supera la crisis de salud.

Indicadores de cambio 

Luis Abinader y la
coalición de partidos y grupos sociales encabezada por el Partido Revolucionario
Moderno (PRM) ganaron mayoría en las elecciones municipales y luego en las
presidenciales y congresuales, bajo la consigna de que “ha llegado la hora del
cambio verdadero”, aludiendo a las ocasiones anteriores en que las promesas
reivindicativas quedaron en el olvido. Despojándose de la desconfianza en el
sistema político que diagnostican las encuestas, gran parte de .la ciudadanía
se acogió a la ilusión del cambio.

Esta vez la
renovación no será sólo del Poder Ejecutivo, sino también del legislativo, ya
que la matrícula total del Congreso Nacional, de 222 miembros, 32 senadores y
190 diputados, se renueva en 60%, con la salida de 134. Un estudio comparativo
del Observatorio Político Dominicano, de Funglode, establece que 131 de ellos han
tenido entre 10 y 38 años como legisladores. De los senadores 29 serán
debutantes,  equivalentes al 91%,  y 105 de los 190 diputados, para un 55%.

Por rangos de
edad, la matrícula legislativa se rejuvenece, ahora con promedio de 51 años, 3
menos que en la legislatura que concluye. La participación juvenil alcanza
mayor proporción en la Cámara de Diputados, donde habrá 19 legisladores entre
25 años, la edad mínima para esa representación, y 30 años. Y 35 tendrán menos
de 40 años. Es relevante que la más joven, Olfanny Méndez, de 26 años, ha sido
nominada para vicepresidente de la cámara baja, representando la provincia de
Bahoruco, del suroeste, una de las más pobres.

La representación
juvenil queda muy por encima del 10%,  la
cuota mínima de ley, pero no así la de las mujeres, que aunque pasan de 3 a 4
en el Senado, retroceden de 56 a 52 curules en la Cámara de Diputados, 25 % del
total de legisladores,  cuando la ley
establece una cuota mínima de postulaciones del 40%.

Luis Abinader y Raquel Peña

El presidente Luis
Abinader y la Vicepresidenta Raquel Peña, son los primeros nacidos en la etapa
democrática iniciada con la decapitación de la tiranía de Trujillo que acceden
a esas posiciones en el país, e incluso ambos después de la Revolución
Constitucionalista de 1965. El nació en julio de 1967 y ella le antecedió 10
meses, en septiembre del 1966. El en Santo Domingo y ella en Santiago, pero
ambos de ancestros cibaeños, y él además de libaneses. Será apenas el octavo
presidente fruto de elecciones tras los 32 años del trujillismo. En promedio
los 7 anteriores han gobernado por más de 8 años, Balaguer 22, Leonel 12 y
Danilo 8, los tres perredeístas, Guzmán, Jorge blanco e Hipólito Mejía, sólo 4
años.    

Los dos son
destacados profesionales, él de la economía y ella de administración, empresarios
y con experiencia gerencial en el sector privado, pero ninguno ha desempeñado
cargos en el Estado. El se graduó de economía en el Instituto Tecnológico de
Santo Domingo y realizó estudios de postgrado en tres universidades de Estados
Unidos, incluyendo la de Harvard. Ella con licenciatura en Administración de
Empresas, de la Universidad Católica Madre y Maestra, donde era vicerrectora
administrativa al ser escogida para la candidatura. Tiene un máster en
Administración de la Universidad de Quebec.

A diferencia de la
vicepresidenta, que no había tenido experiencia política, Luis Abinader la
ejerció junto a su padre, y dirigió su campaña electoral cuando ganó la
senaduría de Santiago en 1998. Rafael Abinader no sólo fue senador, sino
también ministro de Finanzas en los gobiernos de Guzmán y de Hipólito, del
Partido Revolucionario Dominicano. Luis Abinader fue candidato vicepresidencial
en la boleta que encabezó Hipólito para el 2012, cuando quedaron en 47%. Hace 4
años debutó con la candidatura presidencial del entonces nuevo PRM, alcanzando
el 35% del sufragio.

En la peores circunstancias

Luis Abinader
asume la Presidencia en las circunstancias más difíciles en que haya iniciado
gobierno algunoen la historia de la
República. Sólo es le puede comparar
con el inicio del presidente Joaquín Balaguer en 1966, tras la revolución
constitucionalista de 1965 que se extendió a guerra civil por la invasión
militar de Estados Unidos. El ideólogo trujillista se juramentó todavía con el
país ocupado por tropas de Estados Unidos y otros países.

Balaguer asumió
con el país dividido y tratando de recuperarse del trauma de la guerra, pero en
el resto del mundo no había crisis, y por su misma intervención y por razones
de la guerra fría y la influencia de Cuba, Estados Unidos destinó amplia ayuda
al gobierno dominicano, lo mismo que  otros países y los organismos internacionales.
Ahora la pandemia sacude a esos mismos países y los gritos de auxilio son
generalizados.  

Otro inicio
difícil, pero tampoco comparable al escenario actual, fue el del segundo
gobierno de Leonel Fernández en el 2004, tras la crisis originada por las
quiebras bancarias que incrementaron la pobreza en más de un millón de
personas. Pero lo peor ya había pasado, y las reformas financieras y ajustes
orientados por el Fondo Monetario Internacional se habían iniciado casi un año
antes. Por ejemplo, la devaluación del peso que había sobrepasado 56 por dólar,
se había reducido a 42.   

Lo peor de la actualidad
es que el gobierno hereda una triple crisis, la de la pandemia que sigue en
incremento a 5 meses y medio, con el contagio de 85 mil personas y casi 1,400
fallecidos, con una gestión desastrosa, al extremo de que en ambos renglones el
país casi duplica la totalidad de los afectados de las demás naciones de las
Antillas Mayores, es decir, más que Cuba, Jamaica y Puerto Rico y Haití juntos.
Con el agravante de que la persistente 
expansión del Covid-19 no permite evaluar todavía la magnitud de la
crisis económica que ya sufre el país, y mucho menos sus repercusiones
sociales.

El compromiso del cambio

Es generalizada la
preocupación de que en tan adversas circunstancias el nuevo gobierno no podrá satisfacer
muchas  expectativas de cambio,
temiéndose que le tomará por lo menos el primer año la tarea de recuperar la
salud y restablecer los niveles de empleo y productividad, con decenas de miles
de pequeñas y medianas empresas quebradas y las estimaciones de desempleo y
pobreza superando cualquier  coyuntura
anterior.

El presidente
Abinader ha reconocido que vendrá a “administrar una crisis”, por lo que ha
comenzado a avanzar una serie de disposiciones tendentes a regenerar el Estado,
que incluirán la supresión de organismos inoperantes, fusión de muchos que
representan duplicidades, y una batida a la malversación, la corrupción y la
impunidad.

Se espera que en
su discurso inaugural, el nuevo mandatario anunciará un ambicioso programa de
reformas para sus primeros meses, privilegiando el combate a la pandemia y la
plena reanudación de las actividades económicas. Con precariedades y la
capacidad de financiamiento limitada por la paralización que ha reducido
drásticamente los ingresos fiscales, el gobierno tendría que apelar a la máxima
austeridad y reducción de gastos superfluos para invertir mejor los escasos
recursos.

No podrá
prescindir del financiamiento, pero con las limitaciones advertidas desde un  par de años antes de la pandemia, incluso por el
FMI, de que la nación entraba en la antesala de la insostenibilidad fiscal.
Esta semana el economista dominicano Apolinar veloz, hasta hace dos años
funcionario del FMI y con sólida experiencia en evaluaciones de economías de
otros países, sostuvo en el digital Acento que sería necesario buscarse el
auxilio de ese organismo para una renegociación de la deuda, que entre externa
e interna ya sumaría 52,635 millones de dólares, el 59% del PIB.

Recomendaciones del BID      

El nuevo gobierno
podrá ampararse en recomendaciones como la formulada esta semana en un informe del
Banco Interamericano de Desarrollo (BID) denominado Retos y Oportunidades Post
Covid-19, del que dio cuenta HOY este viernes. Coincide con muchas de las
formulaciones que ha presentado el nuevo presidente y su equipo económico.

Se resume en políticas
públicas para mayor eficiencia y reestructuración del gasto, para aumentar la
inversión productiva, la reducción de pérdidas en el sector eléctrico y de
“filtraciones” en los programas sociales, una reforma fiscal integral, que
mejore la eficiencia, rediseñe impuestos, elimine exoneraciones y amplíe la
base impositiva. Políticas públicas para reducir la desigualdad y la pobreza. Racionalización
de la contratación y de la política salarial, fortalecimiento de la
administración tributaria y aduanera y rescatar el proyecto de  Ley de Responsabilidad Fiscal que lleva años
en el Congreso.

Por lo que planteó
en numerosas ocasiones el candidato Abinader, 
su estrategia sería ganar confianza con la reforma del Estado y el
fortalecimiento de la institucionalidad, con el control de la corrupción y la
proscripción de la impunidad, para acumular fuerza moral que le permita
afrontar las demandas de fondo, como una reforma fiscal integral que reclame
mayores contribuciones a los sectores sociales privilegiados.

La etapa a
iniciarse este 16 de  agosto, debería
marcar la reformulación definitiva del Estado dominicano, y su concepción de
botín político, dejando atrás el caudillismo y .las viejas prácticas
trujillistas de autoritarismo, presidencialismo a ultranza, providencialismo, clientelismo
político, y gobernanza para mantener satisfechos o tranquilos a los poderes
fácticos. Los que salen del poder tras 20 años de gobierno, comenzaron planteando
la “liberación nacional” y terminaron ratificando las peores tradiciones trujillistas-balagueristas.