La prevalencia del sobrepeso en la población infantil de 6 a 9 años es del 23,3 % y la de la obesidad se sitúa en un 17,3 %, según los últimos datos del estudio Aladino 2019.
Los resultados del estudio muestran una ligera tendencia a la baja desde 2011, aunque la prevalencia de sobrepeso y obesidad de los escolares sigue siendo muy elevada.
Desde la Asociación Española de Pediatría (AEP) advierten que la obesidad empeora la calidad de vida del menor que la padece y disminuye su autoestima.
Además, es un factor de riesgo para padecer enfermedades como hipertensión, dislipemias, diabetes o trastornos respiratorios del sueño, entre otras.
Actividad física regular, pilar para prevenir la obesidad
La prevención de la obesidad se asienta, fundamentalmente, en la promoción de hábitos saludables, tanto en el ámbito familiar como escolar, y en la práctica regular de actividad física.
“La actividad física moderada-intensa, practicada de forma regular, al menos 60 minutos al día, previene el desarrollo de la obesidad y es una pieza clave, junto con una dieta saludable, en el tratamiento de la obesidad en niños y adolescentes”, señalan los expertos del Comité de Promoción de la Salud de la AEP.
Sin embargo, los pediatras advierten que, para que sea eficaz, es necesario hacerlo con una intensidad y una frecuencia determinada, que en muchos casos no se cumple.
Entre los factores que impiden o dificultan la práctica diaria recomendada de actividad física están el abuso de las pantallas y el uso intensivo de medios de transporte no activo, que favorecen el sedentarismo.
“Debemos concienciar a padres y madres de que la mejor manera de cuidar a sus hijos es vivir y transmitir un estilo de vida saludable y activo. La escuela y el entorno familiar son los dos pilares clave en su formación”, señala el doctor Julio Álvarez Pitti, experto en actividad física del Comité de Promoción de la Salud de la AEP.
Transporte activo a la escuela para aumentar la actividad física de los niños
A nivel escolar, una de las acciones que ha demostrado mayor impacto en el incremento de la actividad física de los alumnos son los programas dirigidos a fomentar que vayan andando al colegio.
Según un estudio realizado en Estados Unidos, la actividad física que supone ir andando al centro educativo cubriría entre un 23 % y un 36 % del total de la actividad física diaria recomendada por la OMS.
El doctor Álvarez Pitti subraya los beneficios para la salud de ir al colegio a pie:
“A nivel cardiovascular, caminar a ritmo rápido disminuye la presión arterial, mejora la sensibilidad a la insulina e incrementa los valores del colesterol ‘bueno’, mejorando la calidad y la esperanza de vida”, apunta.
“A nivel musculoesquelético, la práctica de la marcha rápida mejora la condición física muscular, al incrementar la masa muscular, sobre todo, del tren inferior y la espalda”, añade el experto de la AEP.
Por otro lado, “se ha demostrado que los niños que practican actividad física obtienen mejores resultados escolares y, a nivel emocional, ven incrementada su autoestima, lo que reduce el riesgo de caer en trastornos como ansiedad o depresión”.
Ir caminando al colegio fomenta, igualmente, los valores relacionados con los hábitos de vida saludables.
¿Mejor caminar o ir en bici para combatir la obesidad infantil?
Aunque la bicicleta es una alternativa saludable, los expertos señalan que la intensidad de actividad física desarrollada puede no ser suficiente.
“Normalmente el tráfico en las ciudades no permite mantener velocidades elevadas durante todo el trayecto. La marcha, en cambio se puede mantener”, señala el doctor Álvarez Pitti.
A ello hay que sumar el peligro que suponen los vehículos y las posibles caídas, por lo que los pediatras apuestan por priorizar caminar frente a la bicicleta.