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Capitalismo gansterizado

Esa es la tendencia continental y mundial de estos tiempos, aunque algunos países luzcan temporalmente rezagados; no en cuanto a la crisis integral en expansión, pero si en el orden de las rebeldías multitudinarias necesarias.

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Esto que acontece en República Dominicana, pasa en muchas partes del mundo. El capitalismo evoluciona para peor.

El empobrecimiento de seres humanos y territorios se intensifica y expande, mientras la gansterización del sistema crece tanto como su capacidad de simulación.

Las sociedades del llamado tercer o cuarto mundo no son pobres de por sí: las empobrecen los que se enriquecen explotándolas, saqueándolas, envenenándolas, enfermándolas, enajenándolas y negándoles derechos vitales.

Los empobrecidos, material y espiritualmente, que optan por la delincuencia como medio de vida, no lo hacen porque quieran hacerlo, sino por necesidad de sobrevivir, por efectos de la cultura dominante y negación de valores educativos y los derechos humanos.

El capitalismo neoliberal ha llevado este proceso de degradación a un extremo dramático: precarizando el salario, privatizando servicios sociales, reduciendo extraordinariamente el empleo estable, multiplicando el «buhonerismo» y el «chiripeo» («economía informal»), y expulsando del consumo a miles de millones de seres humanos.

La cuarta ola tecnológica (microelectrónica, informática, robótica, ingeniería genética…) ha sido usada por el gran capital para suprimir masivamente el trabajo remunerado, multiplicar ganancias, empobrecer a los/as de abajo y del medio, y potenciar la especulación y las prácticas delincuenciales desde el Estado y las elites sociales.

  • Promesas destruidas por la realidad.

Los ideólogos de la privatización prometieron aumentar la productividad para aumentar riquezas arriba y «derramarlas» hacia abajo; pero ésta se quedaron en un «cohollo» cada vez más opulento, que solo derrama un empobrecimiento masificado, cada vez más degradado y descompuesto, amenazante y agresivo en tanto en su seno crecen las prácticas delincuenciales de sobrevivencia, alimentadas por una dominación sistémica violenta y mafiosa,  cada vez más anti-democrática, constantemente disfrazada por los medios masivos de comunicación controlados por el gran capital.

Una loca carrera especulativa, la persistente identificación del éxito con el amasamiento de fortunas fabulosas, el disfrute del lujo y el consumismo banal, arropan las elites empresariales, partidocráticas, militares, policiales y tecnocráticas, y contagia e infecta la sociedad.

El despojo, el crimen, el saqueo -propios del periodo de la acumulación originaria capitalista- reaparecen en dimensiones colosales, con viejas nuevas modalidades; y ya no solo como expresiones pasadas de los Estados-naciones y las burguesías locales, sino también como prácticas internacionales y supranacionales de las potencias imperialistas convertidas en una especie de LUPEM-IMPERIALISMO.

Es falso, en consecuencia, que la globalización y la ausencia del denominado “socialismo real” euro-soviético hayan generado un capitalismo más transparente, interesado en la libre competencia y adversario de la corrupción.

El gangsterismo político, la narco-corrupción, la expansión del lavado de dinero sucio, se ejercen tanto desde los Estados y sus instituciones civiles y militares, como desde cúpulas empresariales afines, imbuidas de neo-malthusianismo frente a una masa crecientemente empobrecida y excluidas por ellas.

  • Una decadencia sin alternativa dentro del sistema putrefacto y parasitario del capital.

Es evidente, además, que el capitalismo y el imperialismo de estos tiempos, no dispone de un modelo alterno al neoliberalismo y a su gansterización, al dominio del capital financiero, al auge del militarismo y el guerrerismo como medios de acumulación; a su actual voracidad ecocida, a su consumo dispendioso y a los procesos de gansterización dentro de su propio sistema. Más allá solo desintegración, caos y poderes mafiosos.

Y es que dentro de ese entrampamiento, pese a la decadencia neoliberal – admitida por una parte de sus ideólogos- las cúpulas gobernantes-dominantes se limitan a recurrir al Estado, no para cambiar al modelo que las engorda, sino para salvar el gran capital privado y especialmente los grandes bancos, potenciando a la vez la delincuencia de Estado y empresarial.

Por eso sus ideólogos reiteran periódicamente ajustes empobrecedores contra la gran mayoría de los/as trabajadores/as y contra toda la sociedad excluida y los sectores medios situados al margen del poder; al tiempo de disponerse a saquear más intensa y extensamente los recursos naturales, provocando una espiral en el proceso de rebeldías crecientes (con un fuerte componente juvenil y femenino), a la que responde con más represión y neofascismo dentro de un círculo vicioso y viciado.

Esto provoca de más en más la deslegitimación de la dominación neoliberal caracterizada por la hegemonía del capital financiero y del cohollo capitalista en general, expresada recientemente con más vigor en el auge de la indignación contra sus símbolos, sus representantes y sus nuevos programas empobrecedores

Esa es la tendencia continental y mundial de estos tiempos, aunque algunos países luzcan temporalmente rezagados; no en cuanto a la crisis integral en expansión, pero si en el orden de las rebeldías multitudinarias necesarias.

Mientras es evidente, en sentido general, el déficit total o parcial en los necesarios procesos de conformación de las fuerzas de vanguardias y en las respuestas alternativas definidamente revolucionarias, anticapitalistas y pro-socialistas. (3 Junio 2018, Santo Domingo, RD)

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