x

Cardenaliciamente vilipendiado

Sí, ese mismo… El “padre” humilde de María Auxiliadora, de piel “sepia” y trato sencillo. El del 4%, Centro Bonó, Justicia Fiscal y Reconoci.do. El joven sacerdote jesuita Mario Serrano.

Sensible, solidario, abnegado, inteligente, preparado, humanista…Luchador moderado, crítico sensato, reformador; no así revolucionario-subversivo, ni izquierdista. Para mí… todavía bastante sistémico e institucionalista.

Ese mismo, Mario Serrano, ha sido cadernaliciamente vilipendiado. Peligrosamente maltratado. Injustamente acusado y acosado por una de las máximas expresiones de la soberbia y la infalibilidad ya desechada hasta por el Vaticano.

Su “pecado”: acompañar a  sus compatriotas vejados, a los/as dominicanos/as despojados/as de su nacionalidad. Unirse a sus penurias y sufrimientos, procurando superarlas.

Su  “delito”: oponerse al neo-nazismo devenido en sentencia auspiciadora del genocidio civil. Impugnar el racismo anti-haitiano aplicado contra migrantes de piel azabache procedentes de Haití, tierra odiada por potencias coloniales blanqueadas con el color de la piel de sus pobladores y ensangrentadas por sus crueldades contra indígenas, esclavos negros venidos de África, y sus lindas proles negras, mulatas, sambas, mestizas…

Unas diez generaciones no han logrado expiar la “culpa” de aquella primera y hermosa rebeldía liberadora, escenificada por negros/as esclavos/as en esa tierra vecina.

El padre Serrano ha sido víctima de una amenaza inquisitorial, extensiva a su Orden; amenaza que procura sentar un ominoso precedente de censura, auto-censura o mordaza.

No sé como anda su Orden para resistirla y/o rechazarla, ni cual puede ser su sintonía con el Papá Pancho, que al menos intenta engavetar la infalibilidad y la prepotencia, acercarse un poco a la pobrecía explotada y excluida, y aproximarse a los movimientos sociales que tienden a salirse por debajo de la falda de una iglesia encumbrada y abrazada a las élites dominantes.

Si se que el gran inquisidor “nazionalista” nunca antes había sido tan cuestionado, nunca tan desprestigiado como ahora; después de romper todos sus récords de despotismo, discriminación, egocentrismo y encubrimiento de las lacras de su milenaria institución.

A raíz de este abuso de poder pensé que  el Serrano no se iba a “apichonar” y no me defraudó: apeló al evangelio para ratificar su compromiso de lucha.

El “cállese” será desobedecido. El “cállenlo” no parece viable. Y, por tanto, no habrá, “y punto”.

Sin embargo, la palabra -y más que la palabra- la actitud contestataria, tiene más riegos que antes de producirse esa valiosa ratificación serrana.

El neo-nazismo, cobijado bajo un enorme paraguas anti-hatiano, construido a base de casi dos siglos de mentiras, está en auge, después de asaltar puntos claves del Estado, la partidocracia y el gran empresariado.

Ese fenómeno tiene aberrantes expresiones locales, pero ciertamente es de dimensión global al rebrotar desesperadamente de las entrañas podridas de un capitalismo-imperialismo senil, enfermo, destructivo, racista, patriarcal, ecocida, adulto-céntrico, homo fóbico, mafioso, amoral…

Y hablo de mayores riesgos porque ese tipo de poder e ideología mata, asesina, tortura, extermina…Más cuando los estigmas contra quienes se oponen a cualquiera de sus expresiones opresivas y excluyentes, lo estimulan. Y ese es el caso en cuestión.

Mario Serrano no es un izquierdista subversivo y si lo fuera no tendría que avergonzarse de serlo. Yo quisiera que lo fuera, pero para yo  ser solidario con él no tendría que serlo. Me basta que esté haciendo lo que hace: abrazando causas justas y honestas. Que actué como un verdadero pastor de almas y que no renuncie por presión y amenazas a esa digna condición.

Como el Che soy de los comunistas que sinceramente cree que entre el cristianismo originario y la revolución actual no hay contradicción. Ojala  todos los Serranos se tornen más cristianos de lo que son, y si adoptan una buena dosis de socialismo científico, mucho mejor.

Ahora la clave de la cuestión es unirnos para defendernos y avanzar en el “empoderamiento” –como dicen los sociólogos  y politólogos de estos tiempos- del pueblo indignado, para ayudar a derrotar una dictadura ya institucionalizada y, por demás, peligrosamente sazonada con neofascismo criollo y oro corruptor.

Llevarnos de Bertolt Brecht para que no comiencen con uno y terminen linchándonos a todos y a todas. Unirnos la diversidad de los/as que soñamos con una sociedad libre, justa y solidaria; no importa los variados colores de las rebeldías y las tonalidades de los sueños.

 

Comenta con facebook