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27 Abril 2024

Carta abierta a Marino Zapete y Edith febles

 

Apreciada amiga, apreciado amigo:

No se imaginan cuanto sentiremos Lulú y yo su ausencia forzada en el DESPERTADOR; ausencias de voces, mentes y corazones -cada cual con su estilo- profundas, audaces, valientes sinceras, veraces, insobornables…

El inicio de nuestras mañanas a partir del próximo lunes tendrá que enfrentar un doloroso vacío. Pienso que en situación similar se va a encontrar una parte significativa de nuestra sociedad, sobretodo la más consciente, esté aquí en su “patio” querido o en otra parte del mundo.

El golpe es doble porque su cancelación por los ejecutivos de SERVICIOS INFORMATIVOS NACIONALES-SIN afectará en el seno del pueblo a ese espacio-empresa singular del mundo de la comunicación en nuestro país.

Un espacio apreciado por mí y por muchas personas que han palpado los esfuerzos de Fernando Hasbúm  y Alicia Ortega por tratar de construir, en el marco de un proceso muy contradictorio, una mediana empresa periodística de calidad, con una relativa independencia respecto a los grandes poderes,  en una sociedad bajo una dominación cada vez más determinada a impedirlo, como sea. No es poca cosa.

Y digo relativa independencia porque SIN carece de estación y de canal de televisión propios, está obligada a arrendar espacios en empresas propiedad de la gran burguesía y depende mucho de la publicidad del gran capital privado y del gobierno, donde no impera el amor por la libertad de crítica y por la verdad, menos por las ideas que ustedes sustentan.

Ustedes, su derecho de expresión a través de uno los grandes medios del país – derecho en sus casos super-merecido por la calidad demostrada y la inmensa acogida que sus formas de hacer periodismo ha alcanzado en la gran tele y radio audiencia nacional- han sido víctimas señeras de un paso más en dirección a marginar las voces más contestatarias y más firmes frente a este Estado y este poder en descomposición.

Creo sí que debemos identificar y apuntar los cañones contra los dueños de la dictadura mediática en marcha e identificar con precisión a los reales verdugos de la libertad: los cogollos del gran empresariado, del Estado y su partidocracia perversa.

Y lo digo así porque posiblemente hay víctimas intermedias a las que desde de la lógica del capitalismo actual y del poder altamente concentrado se les  arrincona y se les coloca ante la disyuntiva de ceder o perecer, de “moderarse” (sacrificando sus componentes más radicales) o ser víctimas de un mayor estrangulamiento económico,  de prescindir de los valores impugnados por el sistema  o exponerse a quebrar. Esto sobre todo cuando saben que no podrán doblegar a los/as comunicadores/as objetados por los intereses políticos y económicos que representan sus gobiernos y sus corporaciones.

En criollo, en los casos de las víctimas intermedias más sensibles y abiertas a la diversidad, esto equivale a forzarlas a tragarse un “Té de Tachuelas”, independientemente de la fuerza objetiva que indudablemente tiene lo de “salvar  negocio” y el “status” alcanzado desde abajo a base de mucho trabajo y talento en esta sociedad de grandes desigualdades.

No conozco todas las entrañas de SIN como empresa mediana de la comunicación: sus estados financieros, su composición accionaria, sus conexiones empresariales.

Si sé que el primer gran golpe recibido en su periodo de mayor ascenso fue cuando la forzaron a salir de ANTENA LATINA, luego de ser asaltada esa corporación televisiva por EL FANTASMA, Ángel González, en contubernio con José Miguel Bonetti Du-breil, el Gobernador del Banco Central y Leonel Fernández, protegida posteriormente esa operación dolosa por el propio Presidente Medina y el sistema judicial.

De ahí arrancan, a mi modo de ver, sus grandes dificultades, partiendo de  lo que significó la construcción de nuevos estudios e instalaciones totalmente propias y el traslado a COLOR VISIÓN con un horario que comienza a las 8:00 am y coloca  al DESPERTADOR y a toda la programación matinal en condiciones desventajosas; lo  que seguramente redujo el nivel de audiencia alcanzada en ANTENA LATINA.

Las dificultades confrontadas  probablemente aumentaron y entonces su vulnerabilidad posiblemente creció, tornándose  más “eficaces” las presiones externas. Algo que no es nuevo en ese mundo de las comunicaciones y en el contexto de la “competitividad” capitalista condicionada por el rol de los oligopolios privados y su tráfico de influencia con el Estado.

El blanco principal inmediato del gran capital y del gobierno en este “mach” con S.I.N eran ustedes, precisamente por sus posturas radicalmente críticas frente a los pilares de este sistema putrefacto, y ahí están los resultados; que no serán los únicos de ese y otro tipo en el mundo actual de la información y desinformación, de las verdades acosadas, de las banalidades y la alienación.

Incluso a empresas como SIN les es difícil sobrevivir, aun haciendo ciertas concesiones; sobre todo por las calidades de sus principales gestores y sus programaciones.

Ha pasado con otros proyectos parecidos en la prensa escrita, radial televisada y digital desde un tiempo acá.

Hay otros casos, que aunque diferentes, que ilustran la pendiente contra la libertad y la diversidad.

No olviden que Lilliam Oviedo ya no está en El Nacional.

A mí y a Tiro al Blanco nos sacaron de Tele Radio América y del Canal 6, aunque ahora estamos en CARIVISIÓN, un medio de menor potencia y alcance.

Está también la reciente amenaza de suspensión y/o modificaciones de un escuchado programa radial vespertino, dependiente ese espacio de uno de los medios de uno de los grupos de poder con fuertes intereses en esa área.

De todas maneras ustedes deben sentirse orgulloso/a de su papel  en ese terreno  lleno de obstáculos y espinas.

Una gran parte de los/as escuchábamos y veíamos en el EL DESPERTADOR nos sentimos orgullosos de ustedes y sabemos que habrán de jugar roles alternativos trascendentes en dirección a hacer que la verdad prevalezca y que la sociedad cambie  hacia el predominio de la justicia, la dignidad humana y el bienestar colectivo.

Con aprecio y solidaridad, Narciso Isa Conde.

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