SANTO DOMINGO.- Luego de 26 días de la explosión ocurrida en San Cristóbal que cobró la vida de al menos 37 personas y dejó decenas de personas heridas, este viernes las autoridades continúan con los trabajos de remoción y demolición de las estructuras afectadas.
Dentro de las primeras estructuras que resultaron afectadas y que serán demolidas figuran la Casa Toledo y una agroveterinaria, según informaron las autoridades.
“Estamos procediendo con la demolición de los edificios afectados que fueron evaluados por la Oficina Nacional de Evaluación Sísmica y Vulnerabilidad de Infraestructura y Edificaciones (Onesvie) y siguiendo sus recomendaciones hemos decidido hacer la demoliciones correspondientes con el edificio de la agroveterinaria y el edificio de la tienda donde estaba la Casa Toledo”, dijo Emiliana Sarmiento, encargada de Planeamiento Urbano.
Igualmente, agregó que esperan culminar con los trabajos el próximo lunes y que con ello el área esté totalmente despejada.
En tanto, debido al avance de la hora, las maquinarias y los trabajos fueron paralizados.
Las autoridades explicaron a noticias SIN el protocolo a seguir en este proceso e informaron que los escombros serán depositados en el vertedero municipal.
Ante la presencia de insectos y el aumento del mal olor en el lugar, los residentes y comerciantes en la zona afectada piden que se agilicen los trabajos para poder retornar a sus labores cotidianas, sin tener en su vista el fatídico escenario que ocurrió el pasado 14 de agosto.
Al cuestionar a Filda Rosa Tejeda, residente en San Cristóbal sobre el incremento del hedor refirió: “sigue igual, con un mosquero que no se aguanta, quiera Dios que no se vayan y dejen esto así porque uno está desesperado. Uno está aquí por obligación”.
También declaró que para poder subsistir en el hogar ha tenido que abastecerse de abundante cloro y otros desinfectantes.
“He gastado mucho en cloro y comprando cosas para las moscas, pero el mal olor no se aguanta. No sé qué es lo que hay ahí, pero sigue el mismo mal olor”, sostuvo.
De su lado, Yaindy Mieses, residente en el lugar sostuvo: “Nosotros tratamos de estar fuera de la vivienda, venimos prácticamente a dormir. Trato de no abrir la venta para que el mal olor no entre”.
Según Mieses, para poder resguardar el estado de salud de sus dos infantes se vio en la obligación de llevarlos a casa de un familiar.
En el mismo ambiente, los comerciantes y residentes del lugar hicieron un llamado a las autoridades para que aumenten la vigilancia policial, pues aseguran que a pesar de que persiste el hedor, han tenido que retornar a sus hogares debido a que la delincuencia y robos se producen a todas horas del día.
“Que tenga militares en la zona porque la ola de ladrones está azotando y realmente uno se siente inseguro y uno tuvo que venir a la zona por necesidad”, dijo Mieses.