Redacción internacional.- En la búsqueda constante por mejorar nuestra salud y reducir el desperdicio de alimentos, a menudo pasamos por alto un recurso valioso que desechamos diariamente: las cáscaras de frutas y verduras. Lejos de ser simples envoltorios que protegen la pulpa, estas cáscaras están repletas de vitaminas, minerales y fibra esenciales. Incorporarlas en nuestra dieta no solo enriquece nuestras comidas, sino que también contribuye significativamente a una nutrición equilibrada.
Las cáscaras de frutas y verduras contienen una concentración notable de nutrientes que, en muchos casos, supera a la pulpa misma. Según Michelle Routhenstein, dietista cardiológica preventiva, estas capas exteriores son ricas en fibra, potasio, magnesio y otros micronutrientes esenciales. La fibra presente en las cáscaras es fundamental para la salud digestiva, ayudando a regular el tránsito intestinal y proporcionando una sensación de saciedad, lo que puede ser beneficioso para el control del peso.
Por otro lado, las vitaminas y minerales que se encuentran en las cáscaras contribuyen a diversos procesos corporales. La vitamina C, por ejemplo, es crucial para el sistema inmunológico y la síntesis de colágeno, mientras que minerales como el potasio y el magnesio son vitales para la función muscular y la salud cardiovascular.
Consumir las cáscaras también puede tener un impacto positivo en la lucha contra el desperdicio de alimentos. Theresa Gentile, portavoz de la Academia de Nutrición y Dietética de EEUU, subraya que las pieles vegetales son una fuente de nutrición funcional que a menudo se desperdicia. Incorporarlas en nuestra dieta diaria no solo maximiza el valor nutricional de nuestras comidas, sino que también ayuda a minimizar la cantidad de desechos orgánicos que generamos.
Al reconsiderar el valor de las cáscaras y pieles, no solo estamos beneficiando nuestra salud, sino que también estamos adoptando prácticas más sostenibles y conscientes con el medio ambiente. Reciclar las cáscaras de frutas y verduras en nuestras recetas puede ser un paso sencillo pero significativo hacia un estilo de vida más saludable y ecológico.
No todas las cáscaras de frutas y verduras son seguras para comer. Es importante destacar que no todas las pieles de productos agrícolas son seguras para comer. Mientras que algunas frutas y verduras, como la manzana o la papa, pueden consumirse sin pelar, hay otras cuyas capas exteriores no deben ingerirse.
Por ejemplo, la piel del mango contiene urushiol, el mismo compuesto que se encuentra en la hiedra venenosa, que puede provocar reacciones alérgicas en personas susceptibles. Además, la piel de algunas frutas exóticas, como el lichi, contiene toxinas que pueden resultar dañinas si se ingieren.
Michelle Routhenstein, dietista cardiológica preventiva, destaca los beneficios de consumir el kiwi entero, incluida su piel peluda. Consumir la cáscara del kiwi duplica la cantidad de fibra y aporta nutrientes esenciales adicionales como vitamina E, C y polifenoles. Un estudio de 2020 analizó los efectos de comer tres kiwis SunGold, una variedad con piel suave y pulpa dorada, con y sin piel. Los resultados mostraron que comer la piel del kiwi puede reducir la inflamación y mejorar la salud gastrointestinal. Este fruto no solo es delicioso, sino que su cáscara también añade un valor nutricional significativo a la dieta.
“La piel de los tomates es rica en el antioxidante licopeno, que ayuda a aumentar el colágeno y proteger contra el daño solar, dejando la piel más suave y joven”, afirmó Wan Na Chun, propietario de One Pot Wellness con sede en Indianápolis. La piel del tomate tiene 2,5 veces más licopeno que la pulpa. También ofrece micronutrientes como zinc, manganeso y cobre.
Kat García-Benson, indicó que aunque normalmente no se coma en grandes cantidades, incorporar la ralladura de las cáscaras de cítricos como naranjas, limas y limones en bebidas y platos sin alcohol puede unificar la comida y agregar nutrientes adicionales.
Las cáscaras de cítricos son nutritivas porque contienen altas concentraciones de fibra, vitaminas y antioxidantes, incluyendo vitamina C y varios bioflavonoides. En particular, los polifenoles como el limoneno actúan como potentes antioxidantes y pueden ayudar a promover la inmunidad, proteger contra el cáncer y apoyar la salud del corazón.
Las cáscaras de papa son una fuente nutricional, ya que contienen niveles más altos de vitamina C, potasio, folato, magnesio y fósforo en comparación con la papa pelada, destacó Chrissy Arsenault, dietista registrada en Trainer Academy. Además, aportan fibra adicional, lo que contribuye a la salud intestinal y la saciedad. Las cáscaras de patata también contienen compuestos biofuncionales con actividades antimicrobianas y antioxidantes.
Chrissy Arsenault mencionó que las pieles de zanahoria son ricas en fibra, antioxidantes como betacaroteno y poliacetilenos, y otros fitonutrientes beneficiosos. El betacaroteno, que el cuerpo convierte en vitamina A, es crucial para mantener una visión saludable, una piel radiante y una buena inmunidad. Los antioxidantes en la piel de las zanahorias pueden proteger las células del daño y reducir el riesgo de enfermedades crónicas, incluyendo el cáncer.
Entre las diversas cáscaras de frutas que se pueden consumir, la cáscara de manzana destaca como una de las más beneficiosas. Es una gran fuente de vitaminas y minerales, especialmente vitamina C y potasio. Las cáscaras de manzana contienen una alta concentración de fibra, lo que mejora la digestión y ayuda en el control del peso. También poseen antioxidantes y compuestos vegetales como quercetina, catequina y ácido clorogénico, que pueden prevenir enfermedades crónicas y promover la salud del corazón.
La piel de las uvas es una rica fuente de antioxidantes, incluidos resveratrol, antocianinas y flavonoides. Estos compuestos son conocidos por su capacidad para combatir el estrés oxidativo y reducir la inflamación. El resveratrol, en particular, se ha relacionado con beneficios para la salud, incluido el apoyo a la salud del corazón y la protección contra ciertos tipos de cáncer. La fibra presente en la piel de las uvas también promueve un microbioma intestinal saludable.
La sandía tiene una corteza llena de nutrientes que es a la vez comestible y versátil. Contiene citrulina, un aminoácido que puede mejorar la circulación sanguínea y reducir la presión arterial. Además, la cáscara está llena de fibra, lo que promueve el funcionamiento del sistema digestivo, y está repleta de vitaminas C y B6, importantes para un sistema inmunológico fuerte y la función cerebral.
Además, la cáscara de sandía puede ser encurtida (conservada en vinagre), añadida a salteados, mezclada en licuados o cortada para ensaladas.