Es mentira, por más que se empeñen en quererlo hacer lucir como verdad los acólitos del presidente Medina, que este país no pueda continuar avanzando sin él, ni que no haya relevos fuera y dentro de su partido para asumir la presidencia del país. También es mentira que la preocupación esencial de la facción del expresidente Fernández sea el respeto a la Constitución.
Lo que sí es una verdad demostrada, es que la mayoría de la población está en desacuerdo con una nueva reforma constitucional para beneficiar con otra reelección al presidente, y eso no tiene nada que ver con la evaluación que pueda tenerse sobre su gestión, pues los presidentes son electos por los períodos que la Constitución ordena, y así como no salen del poder aunque su popularidad sea baja, tampoco puede ser justificación para pretender continuar más allá del período previsto en la Constitución, el que la misma sea alta.
Igualmente es una penosa realidad que desde el nacimiento de nuestra República un puñado de caudillos ha logrado imponer reformas constitucionales para continuar en el poder desde Santana a la fecha, y que otros lograron el continuismo bajo Constituciones que permitían la reelección indefinida.
También es mentira que el sentir de la población sea que haya que unificar las elecciones municipales con las presidenciales y congresuales, así como que su costo sea “impracticable en términos financieros y logísticos” como alegan los representantes de los organismos municipales, todos bajo el control del presidente de turno, pues se trata de cumplir con un mandato de nuestra Constitución aprobada en el 2010 para cuyo cumplimiento la Junta Central Electoral ha presupuestado los gastos necesarios y ha avanzado en la compra de los equipos.
Por el contrario, se trata de una estrategia más del equipo reeleccionista para intentar buscarle a su perverso proyecto las justificaciones de las cuales carece. Lo que sí es una verdad indiscutible, es que la Liga Municipal no tiene razón de ser y que ha sido mantenida con el propósito de ser parte del botín político a repartir, a la cual se le destina injustificadamente el 5% de los exiguos fondos que se distribuyen a los ayuntamientos, los cuales aunque deberían corresponder al 10% de los ingresos del Estado, apenas ascienden a menos del 3%.
Lo que defienden esos supuestos representantes del municipalismo, es seguir beneficiándose de los recursos del erario, casi 1,500 millones de pesos recibidos por la Liga, mientras algunos alcaldes hacen lo imposible para satisfacer parte de las inmensas necesidades de sus munícipes.
No sorprende que esos inoperantes organismos publiquen como espacio pagado en todos los diarios una carta depositada en el Congreso que ya había sido reseñada, pues eso es simplemente una expresión más del clientelismo constitucional, el mismo que solventó la publicación, también en todos los medios, de un comunicado de los miembros del comité central del partido oficial para respaldar las declaraciones de su secretario general en clara alineación con el presidente, y en desafío con el presidente de dicho partido.
De igual forma es mentira que quienes pretenden imponer la reelección estén pensando en el bienestar del país, como también es mentira que pueda ser legítimo reformar la Constitución para beneficiar al presidente de turno, aunque se consigan los votos para aprobarla, y mucho menos si estos se obtienen en una vil subasta de precios espeluznantes y de daños irremediables.
La gran verdad es que nuestra historia ha estado marcada por caudillos ególatras que han gobernado el país como su feudo personal, y lo han envilecido con la corrupción, el clientelismo, el tráfico de influencias y la impunidad; y eso es lo que, quienes genuinamente amamos esta Nación, no podemos permitir que continué sucediendo.