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27 Abril 2024

Cécile Kyenge, mi respeto

Finalmente el imperio colapsó, pero la historia la escribieron sus historiadores cargados de resentimientos contra civilizaciones que sojuzgaron, pero que a su vez minaron la romanización y acabaron con sus delirios de grandeza.

Roma no es otra cosa que el sustrato del pillaje cultural de celtas, germanos, griegos, persas, hunos y vándalos, pueblos que ellos agruparon bajo una sola denominación: bárbaros, que no era otra cosa que extranjeros, pero que para justificar los abusos se les acabó asociando con la incivilización, deshumanización y escasa formación educativa.

¿Será a la ausencia total de una conciencia crítica sobre su pasado, que alude la ministra de Integración, en Italia, Cécile Kyenge, cuando dice que ese país no es racista, que el problema es que se educa sin memoria histórica?

Promueve iniciativa con las que muchas personas podrían estar en desacuerdo, pero la forma torpe e insolente con las que están siendo confrontadas, la van a convertir en héroe, de hecho ya es la ministra más famosa de toda Europa.

Ella sustenta que los hijos de los extranjeros ilegales que residan en Italia deben tener garantizado el acceso a la educación, cosa que por razones humanitarias puede concitar apoyo, pero le añade un elemento que puede ser distorsionante, que la  única manera de legalizarse no sea a través de una tarjeta de migración, sino que sirva para lo propio el  que los padres puedan probar que tienen  hijos inscriptos en las escuelas, si eso se propone aquí lo rechazo de plano.

Pero son las propuestas de Cécile Kyenge las que hay que debatir y no el color de su piel, sus orígenes o cualidades físicas, porque ella no es una candidata a miss universo, tiene una misión que Europa observa con recelo, pero si se entretienen con descalificaciones personales xenófobas, ella irá colando por debajo de la mesa sus objetivos.

La violencia y toda suerte de abusos contra las mujeres, son tan preocupantes que el gobierno del primer ministro Enrico Letta ha tenido que emitir un decreto de doce medidas contra el machismo y en ese contexto al vicepresidente del  senado de la ha ocurrido plantear que la única dama que nadie sería capaz de violar es a la ministra de Integración, comparándola con un orangután.

En apariciones públicas militantes de la Liga Norte le han arrojado bananas, pero ella se mantiene imperturbable: “Mi trayectoria vital siempre ha sido difícil, pero mi objetivo sigue siendo el mismo: ayudar a los demás”, esa ha sido su respuesta, o la de lamentar que en un mundo con tantas personas que se van a la cama sin probar alimentos, hayan personas que se dediquen a desperdiciarlos.

Nació en Kambove en la República Democrática del Congo, tiene 48 años de edad, llegó a Italia para cursar  estudios de medicina, padeció discriminación para ingresar, pero perseveró hasta  que le dieron cupo, se especializó en oftalmología, conquistó el corazón de un italiano que la llevó al altar y alcanzó la nacionalidad italiana, no es solo la primera extranjera que encabeza un ministerio, es la primera negra.

Cuando se le ha preguntado si las desconsideraciones de que ha sido objeto la pueden llevar a renunciar de su cargo ha dicho que “mi persona no puede estar por encima de mi misión, que es la que determina lo que deba hacer”.

Ella sabe lo que busca y está usando la tribuna que amplifican sus detractores para impulsar sus propósitos.

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