Pekín.- China emitió su primer aviso nacional de sequía del año mientras las autoridades movilizan equipos especializados para proteger los cultivos de las temperaturas sofocantes en todo el valle del río Yangtsé.
La «alerta amarilla» a nivel nacional, que se anunció el jueves por la noche, se produce después de semanas de altas temperaturas que han secado partes del Yangtsé, dañando los cultivos y limitando el suministro de agua potable a algunas comunidades rurales.
En la escala de alertas de Pekín, la amarilla está dos puntos por debajo de la advertencia más severa.
Hasta 66 ríos en 34 condados en el suroeste de China se han secado debido al calor abrasador, afectados por unas precipitaciones que han disminuido un 60 por ciento este año en comparación con los estándares estacionales, informó hoy la televisión estatal CCTV.
Mientras tanto, el Centro Meteorológico Nacional de China renovó hoy su alerta roja por altas temperaturas, sumando así treinta días consecutivos emitiendo avisos, anunció en su canal de Weibo, el equivalente chino de Twitter.
La mañana de este viernes, la municipalidad central de Chongqing registró seis de los diez puntos más calientes del país, con temperaturas en el distrito de Bishan que superaron los 39 grados centígrados.
Los meteorólogos estatales también predijeron que la ola de calor actual solo comenzaría a disminuir el 26 de agosto.
Según datos del Ministerio chino de Emergencias, las altas temperaturas en julio causaron pérdidas económicas directas de 2.730 millones de yuanes (400 millones de dólares, 397 millones de euros) y afectaron a 5,5 millones de personas.
Por su parte, el máximo organismo en recursos hídricos del país informó en un comunicado el miércoles que la sequía en toda la cuenca del río Yangtsé estaba «afectando negativamente la seguridad del agua potable de la población rural y el ganado, y el crecimiento de los cultivos».
Esta insólita sequía en algunas zonas del centro de China, acompañada de una ola de calor inaudita, ha provocado la suspensión de la actividad en numerosas fábricas por el aumento de la demanda de energía y una producción incapaz de asumirla, con amenazas de cortes en zonas residenciales.