Escribo poco antes de las 6:00 p. m. del domingo y aún no sé si dentro de unas horas Fiona permitirá que viaje a Estados Unidos. Mi hermana siempre dice que la semana de su cumpleaños llueve o hay ciclón.
Hasta David en 1979, que mató 2,000 personas y causó pérdidas por US$1,000 millones, mi generación había olvidado los ciclones. Horas después, la tormenta Federico remató con devastadoras inundaciones. Ojalá nunca ver cosa así otra vez. Mi papá recordaba a San Zenón, que devastó Santo Domingo en 1930 cuando tenía 14 años. Cuando David, al arreciar los vientos, arrancaron de raíz una gran acacia en el patio; fue la única vez que vi a mi papá atemorizado. Chiquito yo, vinieron Flora e Inés.
En 1985, Gloria pasó cerca de Santo Domingo; al día siguiente volé a Miami y detrás de mí, dos días después, ahí estaba Gloria. Increíblemente, de Florida viajé a Nueva York y Gloria -ya categoría 4- seguía persiguiéndome. Causó destrozos hasta en Canadá. Ojalá que Fiona tenga mejor carácter.
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