Más de una docena de veces ha pedido el país la intervención de la Organización de las Naciones Unidas para solucionar la crisis haitiana, que por geografía nos amenaza; se ha clamado en el desierto, la principal entidad de la diplomacia mundial ha demostrado poca capacidad para resolver conflictos.
La ONU se ha convertido en un teatro elitista donde solo se escuchan las voces de aquellos que justifican bombardeos y genocidios; el derecho internacional se ha visto sustituido por las armas, la indiferencia ante el reiterado pedido de las autoridades dominicanas es un ejemplo de ineficacia.
Pero no podemos cansarnos, aunque sintamos que estamos arando entre piedras, debemos siempre echar en cara a la comunidad internacional que Haití es el resultado del descuido, la depredación y el saqueo donde los únicos beneficiarios fueron las grandes potencias y que son ellas las que tienen una deuda histórica con el vecino país.
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