La presidenta electa de México, con un perfil científico revolucionario de alto vuelo, ha declarado que se propone separar al estado de la economía.
• La economía en Nuestra América es predominantemente empresarial-capitalista.
• Entre las nuevas recetas imperialistas que procuran remodelar los estados de esta región, se destaca el pernicioso interés de fusionarlos con las corporaciones privadas, llenando todos los poderes del estado de representantes de las grandes empresas privadas.
• Esa fórmula procura superar aquello de “la clase capitalista detrás del trono o detrás de la partidocracia, para instalar directamente la clase dominante en el trono; esto es, en los puestos claves ejecutivos del gobierno central, del poder legislativo y del municipal, y las demás instituciones.
• Esa fórmula tiene una fuerte presencia en Argentina, Paraguay, Ecuador, Perú, Costa Rica, Panamá, República Dominicana, El Salvador…
• En la voz de CLAUDIA, mujer de ciencia, de trayectoria revolucionaria y elevada sensibilidad, esa expresión tiene mucho valor y apunta a guardar prudente y firme distancia frente a la fusión del estado con la clase empresarial.
• En consecuencia, en una ambientalista como ella, que aprecia a la madre tierra como portadora de derechos inalienables y valora la naturaleza no humana como patrimonio social de la humanidad; y en su caso como territorio mexicano (suelo, subsuelo y sobre suelo) propiedad de su pueblo, esa posición es una señal esperanzadora y un valioso mensaje de cara a la Patria Grande Latino-caribeña estremecida por intensas contradicciones.
• Es una señal, que sin necesidad de ser calificada de “progresismo” o de “izquierda”, me da la impresión que sobrepasa esos y otros calificativos mal empleados o usados sin rigor. Igual parece ir más allá que los modelos reformadores presentes hasta la fecha.
• Lo digo tanto por la originalidad y la obra de su antecesor, López Obrador, como por los valores propios de la nueva presidenta. Valores familiares, personales, formación científica, y trayectoria de vida.
• De entrada, además, Claudia dejo bien claro su opción por los pobres, respetando la sociedad mexicana.
• Estamos, por tanto, frente a un fenómeno muy original. Es evidente que su proyecto de nación se entrelazanla democracia real, lo ecológico, lo feminista, lo clasista, la voluntad de autodeterminación y de gobernar con el pueblo, el respeto a los pueblos originarios y a los derechos de la Madre Tierra.
• Con Claudia en la presidencia de México, país de casi cien millones de habitantes y de un impresionante acervo cultural, acompañada de valiosos intelectuales y luchadores sociales inclaudicables, el arcoíris de las fuerzas y las ideas transformadora se diversifica y enriquece aún más.
• Vale destacar el inmenso valor de todo esto y la formidable bofetada que este proyecto innovador le infiere a la esencia fascistoide de la diversidad ultraconservadora del continente, la cual disfraza de libertario al despotismo, al fundamentalismo religioso, al racismo, al ecocidio y al reinado absoluto la privatización.
• La mirada hacia México de los/as combatientes por la Patria Grande liberada se torna obligatoria.