REDACCIÓN INTERNACIONAL.– Michelle Bozeman lleva más de 20 años como camarera en Lewis County (Washington) y hasta ahora nunca había recibido una propina como la que le acaba de dejar un cliente del restaurante de carretera donde trabaja. Nada más y nada menos que 3.000 dólares.
Cuando se lo dijeron, no se lo podía creer. Le enseñó el recibo a su jefe y al darle la vuelta al ticket comprobó que no había habido una equivocación. El cliente había añadido a su consumo de 44,42 dólares, los 3.000 de propina para la camarera que lo había atendido: Michelle Bozeman.
El buen samaritano que le dejó la propina de su vida le dejó escrito por detrás del recibo: «Gracias por sonreír. Trabajas duro. El país está en un mal sitio. Por favor, haz algo bueno por otro ser humano. Disfrútalo».
Michelle Bozeman narra lo ocurrido a King5 radiante de felicidad. Ahora tienen un incentivo más para seguir trabajando porque su buen trato no ha pasado desapercibido. Le queda por cumplir el deseo de su benefactor: hacer algo bueno por otra persona.