Por Erika Perez
Santo Domingo. — Muchos alimentos pueden generar inflamación en personas con intolerancias alimentarias. Entre ellos, los lácteos han sido señalados frecuentemente, aunque también se reconocen por sus beneficios óseos. Para aclarar este tema, la nutrióloga Erika Pérez ofreció detalles durante su participación en el espacio Comer con Ciencia.
“¿El yogurt te está inflamando o realmente está cuidando tus huesos?”, se preguntó la especialista, al abordar la controversia que rodea a este grupo de alimentos.
Los lácteos son una de las categorías más polarizadas: mientras algunos los culpan de causar múltiples afecciones, otros los consideran esenciales para una buena salud. Pero, como explica la doctora Pérez, la relación entre los lácteos y la inflamación depende del perfil individual del paciente.
En personas con intolerancia a la lactosa o alergia a la caseína, su consumo puede activar vías inflamatorias mediadas por sustancias como la histamina, la interleucina 6 y el factor de necrosis tumoral alfa, lo que puede derivar en síntomas digestivos, dermatológicos o respiratorios.
Sin embargo, en la población general sin sensibilidades específicas, la evidencia científica no muestra una relación directa entre el consumo de lácteos y la inflamación sistémica. Al contrario, diversos estudios y metaanálisis han encontrado que productos fermentados como el yogurt natural o el kéfir pueden incluso reducir niveles de proteína C reactiva, un marcador inflamatorio, gracias a su contenido de probióticos y péptidos bioactivos.
Desde el punto de vista óseo, los lácteos continúan siendo una de las fuentes más biodisponibles de calcio, además de aportar fósforo, vitamina D (cuando están fortificados) y proteínas de alto valor biológico como la caseína y la lactosa. También se destaca el valor del suero lácteo, clave en la prevención de afecciones como la osteopenia y la sarcopenia.
“No se trata de eliminar lácteos por moda o tendencia, sino de evaluar la tolerancia individual, el tipo de producto y las necesidades fisiológicas de cada persona”, concluyó la doctora Pérez.
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