Nosotros los periodistas somos muy culpables de que ciertos mitos e inventos y flagrantes mentiras se mantengan vivos en la conciencia pública, como, por ejemplo, el fraude de los Rosario o creer imposible que las EDE cobren la luz.
También deberíamos hacer una autocrítica o mea culpa por darle o mantener vigencia política a ciertos señores evidentemente desalineados con la razón o la sindéresis. Algunos son pseudo-izquierdistas que fueron anti-balagueristas profesionales y casi diariamente pontifican por radio, televisión o prensa, encontrando cajas de resonancia en medios respetables.
Otros son advenedizos o recientemente elegidos congresistas, como el diputado Botello, que difama a las AFP, las ARS y los bancos comerciales, alegando que roban dinero a sus clientes. Era mentira antes y sigue siéndolo, pero es publicado comoquiera, flaco servicio al público. Inversiones en dólares reflejan la revalorización del peso y al parecer ello resulta muy complejo para que Botello entienda.
Darle cancha al tremendismo crea crispaciones sociales innecesarias y desvía la atención de problemas reales. Ser cómplice de ciertos atronados es mal periodismo.