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Con el presupuesto de 2011 se incumple el artículo 238 de la Constitución y se estatiza, aún más, la economía dominicana

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Quiere el Ministerio de Hacienda afinar la sensibilidad ética, el gusto artístico y la emoción estética, en la configuración del presupuesto del año 2011, aunque carece de teleología para hacerlo, dado el gran cajón de sastre en el cual se convirtió el presupuesto de este año.

Van y vienen los remiendos, parches y zurcidos, hasta convertir la fiscalidad estatal en un gran Frankenstein, cuyas visceras zupiosas digieren todo lo que llega a la Dirección de Impuestos Internos, a la Dirección General de Aduanas, más el 76% de la deuda que pudiera disponer la banca para préstamos al sector privado, creando con esta anomalía democrática, un mercado paralelo en la obtención de créditos para las medianas y pequeñas empresas. Y un estrés adicional para el empresariado y las industrias, al tener que adquirir el dinero, con unos costes adicionales de comisión y en el pago de los intereses.

Pensar que la estrategia de ingresos totales del presupuesto de 2011, estará basada en un 49.37% en el cobro del ITBIS, del Impuesto ¿Sobre la Renta y en los Impuestos a los Hidrocarburos, unos 196,500 millones de pesos, de los 398,000 en que está formulado este nuevo instrumento fiscal, es verdaderamente un despojo compulsivo de la economía familiar, porque estos tres gravámenes destruyen los bolsillos de los trabajadores, empleados y profesionales liberales.

Disminuyen directamente la calidad de vida de las familias dominicanas, las cuales tendrán que sufragar con impuestos una fiscalidad que, poco o nada, les devuelve en servicios públicos o en servicios sociales.  Con la doble fama trágica según el Foro de Davos, de ser el país 138 de 139, en el índice de desperdicio de los fondos públicos y, en la posición 134, de los mismos 139 países, en el indicador de desvío de los fondos públicos.  Una contra partida indeseada, si observamos el abandono y desprecio que sufren los productores agropecuarios, los ciudadanos para acceder al agua potable, hasta en los hospitales públicos, que inclusive de los 153, solo 23 hospitales están aptos para el servicio.

Decían los Sabios Griegos que la inteligencia avanza comparando, y en este asunto del presupuesto también, aunque lo grave de la democracia dominicana y del comportamiento de este nuevo modelo de poder político, es el regresionísmo a la Edad de los Metales, el querer aplastar el pensamiento comprando con dinero a intelectuales, con el fin de evitar el aprendizaje de la población, porque, hasta la fecha, resultan incomparables la brutalidad y la barbarie que, en materia de pedagogía política pudieran dar las autoridades, tanto en la didáctica como en la dialéctica sus actividades presupuestarias y fiscales.

Diseñar un fonedoscopio será la tarea básica del Ministerio de Hacienda, a fin de que pueda escuchar los latidos que les lanza el corazón de la economía dominicana, a las autoridades del poder político, porque, al igual que el tacto en las personas, estos aparatos permiten detectar la asiduidad cordial y crítica, pero, también la capacidad de sentimiento, percepción y aguante, que disponen los empresarios, los trabajadores, las familias y toda la población, frente a los despojos y empobrecimientos que producen los efectos de esta presión tributaria que, a puro tropel y galope, aplica la Administración Tributaria y arancelaria del país.

Llegar a la iluminación decía Dautama Buda, como un ejercicio espiritual y personalísimo, requería iniciarse poniendo la fe y la razón en un iluminado, pero, que solo así era posible afinar la sensibilidad, porque, no todo lo productivo, ni todo lo sorprendente, ni todo lo nuevo, es creador.  Por tanto, en materia de la modernidad y la espectacularidad que del presupuesto, y más allá de los alardes impresentables de la tutela del FMI del BID y del Banco Mundial, rogamos a toda la sociedad someter a juicio de calidad democrática y de evaluación económica las políticas públicas en las cuales intervendrá esta Ley de Ingresos y Gastos Públicos,

Triplicar el stock de deuda externa oficial con relación a la deuda externa privada, es un viraje peligroso en las curvas monetarias mundiales, porque la crisis del 2003 la creó, en gran medida, el desborde la deuda exterior privada para la demanda interna, si consideramos los dos recortes recientes y sucesivos, que en el presupuesto vigente ha aplicado el Gobierno, con la intención de cumplir con el programa de ajustes fiscales exigidos por los organismos internacionales, pero, desmedrando las obligaciones sociales y de desarrollo de la nación.

Sorprenden estas poderosas formas imprevistas en el subsidio eléctrico y en la capitalización del Banco Central.  También escuchar la savia que sube por las arterias verdes del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, en su fatalidad y moralización del presupuesto, al decir que son inexistentes las formas y las maneras para modificar las partidas, al mismo tiempo que se recortan y se reasignan partidas, violando las prioridades consignadas en el artículo 238 de la Constitución de la República.

Recordaba David Bohm, un fascinante físico, que la capacidad de hacer metáforas, de descubrir la familiaridad entre las cosas distintas, es imprescindible para poder cambiar las cosas.  Entonces, será siempre incomprensible el celo y duelo, del Ministerio de Hacienda y su alarma por los cambios que pudiera introducir el Congreso, cuando es esa su obligación constitucional, ya que, el primer presupuesto del mundo se registró en la Gran Bretaña, con el fin de controlar los gastos del ejecutivo, en esa monarquía parlamentaria.

Ron Taffel, un incomparable y muy admirado pedagogo, ha dicho que la expresividad es la habilidad para revelar y articular lo que uno piensa y cree.  Entonces, si los Ministerios de Hacienda y de Economía, prescinden de la expresividad presupuestaria, al consignar lo complicado y rígida del presupuesto, tendremos consecuencias muy serias en el próximo año, porque quienes carecen de facultades para expresarse sobre un problema, por complicado y rígido, dispondrán de menos probabilidades y posibilidades para resolverlo a través de su comportamiento y talento profesional.

Tienden los niños que tardan en hablar a expresarse en forma brusca, debido a la frustración que es común a los niños inexpresivos, y esto lo trata muy bien, Thomas Sowel, un importante investigador y especialista del lenguaje, en su libro Late Talkin Children.

Provocan incertidumbre y tormentos las inexpresiones de estos funcionarios del Gabinete Económico del Gobierno, dado el temor que demuestran y sus comportamientos violentos contra los empresarios y contribuyentes, cada vez, y con más frecuencia, que nunca, que tienen que recurrir a la coersión y el chantaje de los empresarios para exigir pagos por adelantados, y con medios ilegales, a través, del cobro del ITEBIS en la Dirección General de Aduanas.

Transferir compulsora y violentamente 14,485 millones de pesos, para capitalizar el Banco Central, es un juego brusco del poder político, que muy bien adelanta lo que pasará con el sector empresarial y productivo en el próximo año.  Porque la inexpresión política es agresividad fiscal y un trastorno del lenguaje democrático, pero, más que todo, una gran dificultad para que las autoridades puedan identificar con precisión sus propios planes y programas, toda vez, que, para resolver sus problemas fiscales, suelen depender de las informaciones, de las decisiones y de las tutelas exteriores, tal cual lo hacen los niños con trastornos en la expresión.

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