Una manera de evadir la responsabilidad de tomar decisiones de Estado que pueden resultar impopulares es procurar un imposible consenso entre todos los sectores de la vida pública.
Es una quimera pretender un acuerdo nacional en que todos consientan cómo, cuándo y hasta dónde realizar las quince reformas que ha propuesto el presidente Abinader. ¿Qué idea nueva que no se haya discutido hasta la saciedad puede haber acerca de las razones de la inviabilidad de las distribuidoras de electricidad? ¿Cuál propuesta sobre seguridad ciudadana tiene el gobierno, distinta a la solución que dizque diseñó el asesor Rudolph Guiliani, enredado en innumerables ilícitos a su cargo en cortes estadounidenses?
Ante la abrumadora opinión pública que a gritos pide controles para frenar la invasión haitiana, ¿hay tantas distintas opciones? Con la reforma fiscal, ¿qué grupo consentirá que aumente su carga impositiva mientras el propio presidente se resguarda en paraísos fiscales? En esto último Luis afortunadamente saca la milla a los demás políticos, pero eso sólo significa ser el menos malo en esa materia.
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