Un cordial saludo a todos mis queridos lectores.
Lo más difícil para nosotros los seres humanos es el confiar. Nos han enseñado desde pequeños a no confiar en nadie, por lo menos a mi me decía mi padre que ya vive en la presencia de Dios que no me confiara en nadie, pero el paso de los años me enseño a confiar en las personas buenas y sobre todo en Dios.
Les quiero contar una historia que llego a mis manos hace unos días, y yo titule este escrito “Confianza”. Un viajero muy cansado llego a la orilla de un río. No había un puente por el cual pudiera cruzar. Era el invierno y la superficie del río se hallaba congelada. Obscurecía y deseaba llegar pronto al pueblo que se encontraba a poca distancia del río, mientras había suficiente luz decidió cruzar el río, para así distinguir el camino para continuar.
Llego a preguntarse si el hielo seria lo suficientemente fuerte para soportar su peso. Como viajaba solo y no había nadie más en los alrededores, una fractura y caída en el río congelado significaría la muerte; pero pasar la noche en ese hostil paraje representaba también el peligro de morir por hipotermia.
Por fin, después de muchos titubeos y miedos, se arrodillo y comenzó, muy cauteloso, a arrastrarse por encima del hielo. Pensaba que, al distribuir el peso de su cuerpo sobre una mayor superficie, sería menos probable que el hielo se quebrara por su peso. Después de haber recorrido arrastrándose la mitad del trayecto en esa forma lenta y dolorosa, de pronto escucho el sonido de una canción detrás de sí.
De la noche que caía salió un carruaje tirado por cuatro caballos, lleno de carbón y conducido por un hombre que cantaba con alegría mientras iba en su despreocupado camino. Allí se encontraba nuestro temeroso viajero, arrastrándose con manos y pies, mientras, a su lado, como un viento invernal, pasaba el alegre y confiado conductor con su carruaje, caballos y pesada carga por el mismo rio.
Esta historia nos muestra como muchas personas se presentan a las dificultades que les trae la vida sin confiar en Dios. Algunos permanecen en la orilla de la indecisión. Son incapaces de decidir que camino van a tomar. Otros prefieren quedarse allí queriendo adquirir valor para pasar al otro lado del río, y así llegar al lado del problema que les sucede. Algunas personas se van arrastrando por la vida y temen a que las dificultades se les vengan encima, es decir que se rompa el hielo . Su fe no es lo bastante fuerte para sostenerlos de pie en medio de la adversidad.
Hay quienes van cantando por el camino, porque saben en quien han puesto su confianza y su fe inquebrantable.
Mis queridos lectores, cuando se te presenten en la vida, ríos de adversidades, no temas, apégate a Dios que nos ha prometido que estará con nosotros hasta el fin de los tiempos. Y con ella podremos pasar todas las adversidades que se nos presenten.
Termino con el Evangelio de San Mateo, Capitulo 28, Versículo 20 que dice: “Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo.
Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.