El Senado de la República aprobó en segunda lectura el Código Penal; lo envió a la Cámara de Diputados. Con más de veinte años debatiéndose en el Congreso Nacional, se supone que esta pieza legislativa busca establecer los delitos y las sanciones o penas, que corresponden por cometerlos, pero no termina de aprobarse; ahora, pretenden hacerlo con enormes lagunas. Dicen que hay una montaña de iniciativas, modificación de formatos, leyes, etc., que abarcan acciones como feminicidio, sicariato, daños con sustancias químicas, hostigamiento, acoso, negocios fraudulentos, crímenes, corrupción, sobrevaluación de obras, soborno, discriminación por raza, color, etc.
Pienso que se dilataban en aprobar el Código Penal, porque están estableciendo leyes estrictas, con penas retroactivas para castigar la corrupción de quienes “llegaron en chancleta y salieron en jeepeta”; para sancionar los que, aun devolviendo millones de pesos por bienes mal habido, se quedan con millones para su disfrute. Es posible, que también están decidiendo, sobre la interrupción del embarazo por las tres causales: permitir el aborto cuando el feto sea diagnosticado con deformaciones, cuando el embarazo sea producto de violación o incesto y cuando las madres ponen en grave peligro, su vida. Otro asunto que se espera que incluyan, es lo relativo “al barrilito” que tienen los congresistas; dinero de los impuestos del pueblo, que utilizan para promoverse, violando leyes, ejecutando tareas que corresponden a otras instituciones.
Lamentablemente, todo parece indicar que los congresistas se manejan con criterios personales, no normativos; que, en lugar de cuidar la nación, piensan en el amigo, colega y lo protegen, enviando un mensaje negativo a la población. Así no se avanza, así no se logra un desarrollo armónico ni justicia social, así no podremos dejarles a nuestros hijos, una nación con firme plataforma donde predominen los valores morales, honestidad, responsabilidad, igualdad, donde comprendan que el camino más hermoso es producto de actuar en buena lid, que el tesoro más valioso no es material, sino la paz espiritual.
Es triste, tener en el Estado, autoridades que discriminan para sancionar lo mal hecho; deben pedir a los ciudadanos, no solo que devuelvan lo que no le pertenece, sino que, por ley, el delito sea castigado y pidan perdón.
Admito, que, con estas inquietudes, pongo de manifiesto ignorancia sobre el contenido del Código Penal, que lo desconozco, pero eso es precisamente mi aporte; que los congresistas comprendan que la población los observa, que está atenta, intentando entender sus prioridades, temores, si vale la pena que sean tantos en los que se invierten millones, para verlos por décadas con la misma tarea, como el Código, o si debemos reducirlos.
Estoy convencida, que las actividades que se desprenden del uso de barrilito, esas dadivas para ganar votos, contradicen el efecto de las leyes y hacen perder mucho tiempo a los congresistas; les impiden concentrarse en su misión de “legislar, fiscalizar y representar”, de ahí que no me sorprende que el Código Penal tenga más de veinte años en estudio. Me duele que una nación con tanta pobreza e ignorancia, los encargados de hacer las leyes y fiscalizarlas, para elevar el nivel de vida de la población, para que reine el respeto y la paz, se manejen con criterios personales, no normativos. Cuidado. Dios observa.