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Conocernos

Un cordial saludo a todos mis queridos lectores.

Todos los seres humanos somos diferentes y a veces decimos fulano o mengano no me caen bien, eso es debido a que nosotros no nos conocemos, no sabemos nuestras necesidades y problemas. En muchas ocasiones vemos a las personas diariamente, las saludamos y no sabemos ni tan siquiera cómo se llaman, y decimos la mujer o el hombre alto y flaco, con poco cabello o mucho, de color negro, pero no sabemos cuál es su nombre, y si un día se enferma y no le vemos no podemos preguntar por ella o él, porque desconocemos su nombre.

Esto que les acabo de decir sucede mucho en las Iglesias. Nosotros siempre nos sentamos en la misma área, tal perece que la compramos y cuando alguien llega y se nos sienta en nuestro puesto decimos: Parece que esta persona nunca viene a la Iglesia porque no sabe que ese es mi puesto, actuamos como si fuésemos los dueños del mismo, ahora en cuanto a saber el nombre de las cuatro personas que se sientan a nuestro alrededor, eso si no lo sabemos.

Llegó a mis manos una historia que lleva por título: “La última Pregunta”, y que quiero compartir con ustedes y dice así: “Durante mi último curso en la escuela, nuestro profesor nos puso un examen. Leí rápidamente las preguntas, hasta que llegué a la última, que decía así: ¿Cuál es el nombre de la mujer que limpia la escuela? Seguramente era una broma. Yo había visto en infinidad de ocasiones a la mujer que limpiaba la escuela. Era alta, cabello obscuro, y de unos 50 años más o menos…pero yo no sabía su nombre. Entregue mi examen dejando la última pregunta sin responder. Antes de que se terminara la clase, alguien le preguntó al profesor si la última pregunta contaba para la nota del examen. Por supuesto, dijo el profesor. En sus vidas ustedes conocerán muchas personas. Todas son importantes .Todas  merecen su atención y cuidado, aunque solo les sonrían y digan: ¡Hola! Yo nunca olvidaré esa lección. Y además de eso también aprendí que la señora que limpia la escuela se llama: Dorothy.

Mis amigos, cada cual recibió un nombre cuando nació, ese nombre nos identifica. No es el joven o el viejo, la persona flaca o la gorda, el canoso o el del pelo negro o rubio, no es el que tiene mucho pelo, o poco, al alto o el pequeño, el que siempre se está riendo o el que es muy serio, esa persona tiene su nombre y debemos conocerles los nombres a esos que día a día vemos y saludamos, y no llamarles por como lucen o como son.

A mí por lo menos me hizo reflexionar mucho esta historia de La Ultima Pregunta, porque yo soy de esos que no saben el nombre de muchísimas personas a las cuales veo y saludo constantemente, sobre todo a los que veo en la iglesia y saludo todos los Domingos. Yo me hice el propósito de aprenderme sus nombres y así cuando los deje de ver por un tiempo, podré preguntar por ellos.

Los dejo con este Versículo 5, de la Carta de Santiago, Capítulo 1 que dice: “Si a alguno de vosotros le falta la sabiduría, que la pida al Señor, que da a todos fácilmente y sin poner condiciones, y él se la dará.

Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.

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