1.- Aquel que pura y simplemente aplaude las dádivas sistémicas, esos regalos que se dan con fines políticos, no es más que un desorejado, está muy alocado, se hace el pendejo o quiere coger de guanajos a los demás.
2.- Las donaciones hechas a los pobres desde el poder del Estado, tienen la marcada finalidad de tranquilizar y cautivar a quienes las reciben.
3.- Porque el modelo económico predominante en nuestro país descansa en la desigualdad de oportunidades, genera una caterva de conterráneos que carecen de lo indispensable para vivir con dignidad.
4.- Esa persona hambrienta necesita un pedazo de pan para arrastradamente vivir, y eso lo saben los grupos que tienen el gobierno y los resortes del poder del Estado.
5.- La ausencia de alimentos en el estómago del ser humano, le atiza; estimula, encona y le excita a buscar cómo satisfacer una necesidad, comer, consumir algo, papear para nutrirse y no fallecer por inanición.
6.- Los grupos que constituyen las clases dominantes, conocen lo que entraña la situación de hambre en el seno del pueblo, y sus consecuencias, por lo que procuran calmarla para amortiguar la excitación por necesidad y deseo de comer.
7.- Ahí es, entonces, donde se hace labor de paralización, impedir las acciones de las masas populares que tienen hambre, esa mayoría de gente hambrienta de la sociedad.
8.- Esos conocidos planes sociales que aquí han llevado a cabo, distintos gobiernos, al igual que en otros de América Latina y el Caribe, hacen función de contener la indignación causada por la pobreza, la mendicidad, la pordiosería popular.
9.- Es bueno que quede claro. Regalar comida a los pobres con hambre, colchones en épocas de ciclones, bonoluz y otras formas de abastecer a los marginados, a los oprimidos por el sistema, no responden a un sentir social, sino a conveniencia política coyuntural.
10.- Convertir a un pueblo en pordiosero, es enseñarlo a pordiosear, a que su vida de necesitado, de pedigüeño, de ser pobre a causa de un orden socioeconómico injusto, cruel e inhumano.
11.- Recibir una funda de comida donada, genera agradecimiento y reconocimiento de bondad a favor de quien la da, con el fin de que esa gratitud también sea deber de lealtad política electoral.
12.- El hombre o la mujer que entrega algo a otro con fines ulteriores, no lo hace con espíritu de desprendimiento, de desinteresado, sino por conveniencia, con propósitos inconfesables, porque están rodeados de indignidades, de vilezas.
13.- En cada país donde el pueblo sufre pobreza sistémica, los grupos de poder económico y político hacen de las donaciones oficiales un medio para mantener paralizadas a las masas populares en la lucha contra su infelicidad.
14.- La entrega de dádivas oficiales crece en la medida del agrandamiento de la pobretería, fruto de la crisis del sistema que a mayor tiempo de atraso, más opresión crea en la mayoría del pueblo humilde y trabajador.
15.- En nuestro país, la disputa por el poder del Estado se reduce a quién hace de administrador del sistema que es incapaz de satisfacer las necesidades más perentorias de las grandes mayorías nacionales. Ante la imposibilidad del régimen económico hacer posible una vida digna a los que son más, al pueblo, se recurre a las donaciones que tienen como contenido algo de comer y mucho para el adormecimiento político.
16.- Bendecir las donaciones oficiales es defender el sistema que motiva pobreza. Lo correcto es decirle a la población pobre que ella vive de comer pico y pala, piltrafas, porque la minoría nacional se alimenta de la buena masa, de la carne selecta.
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