Los resultados de la medición de competencias del programa Internacional de Evualiación de Estudiantes de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), son absolutamente insatisfactorios para la República Dominicana, pero tienen que evaluarse en su contexto para no caer en los que a muchos les encanta: denigrar inmisericordemente a su propio país.
La mayoría de los países acogidos a las pruebas PISA, por siglas en inglés del Programme for Internacional Student Assessent, llevan décadas de trabajo en las reformas de su sistema educativo, mientras que la población evaluada el 2018 en RD, apenas rosa un 50% del tiempo de vigencia del tiempo de la asignación del 4% del Producto Interno Bruto a la Educación y de la puesta en vigencia gradual de la tanta extendida, y tenían ocho años de edad cuando las reformas arrancaron, es decir que no las recibieron en sus primeros años de escolaridad.
El lugar de la República Dominicana no es el peor del mundo compuesto por 194 naciones de las cuales sólo 79, el 40.72% se acogen a una evaluación de la que no participan 115 países. Estar en las Pruebas PISA es un acto de valentía y transparencia, que nos desafía a la mejoría constante de nuestro sistema educativo.
El ánimo no es el de disminuir la preocupación y hasta el bochorno de tener que admitir, como lo ha hecho Educa, al evaluar los más recientes resultados de PISA, que “los estudiantes dominicanos siguen sin comprender el mundo de las matemáticas, lo que se evidencia en que un valor cercano al 90% no alcanza el umbral mínimo de competencias del nivel 2. Peor aún, en torno al 78% se ubica por debajo del nivel 1. Es decir que no pueden resolver problemas en los cuales toda la información relevante está dada, las preguntas son claras y están sencillamente formuladas”
Resalta un factor que pocos han tomado en cuenta: “Aunque probablemente la caída se deba al incremento de la cobertura, y de retener a unos 9 mil estudiantes de bajo desempeño que en 2015 no estaban en las aulas, (la cobertura para personas con 15 años pasó de 68% en 2015, a 73% en 2018), el resultado es igualmente preocupante dado el bajo desempeño alcanzado, pues de hecho no lograron superar el nivel 2, umbral mínimo de competencia esperado para la lectura, reflejando que solo son capaces de entender el significado literal de una oración o pasaje corto de un texto»
El principal desafío que exponen las pruebas es el del reflejo de la desigualdad que promedia hacia la baja a la RD, hecho que dice que mientras una minoría de estudiantes de las clases acomodadas se forma en un contexto de excelencia académica, la base fundamental del sistema educativo sigue formando individuos incapaces de interpretar correctamente un texto o de resolver situaciones elementales.
Que un país como Chile figure como el de mejor desempeño en el contexto de los diez países latinoamericanos evaluados lo que dice es que la educación que reciben los más pobres y la de los más ricos ofrece las mismas oportunidades de formación, mientras que en RD con todo y el gran sacrificio económico seguiremos egresando una mayoría de profesionales analfabetas y una escasa minoría con los niveles de competencia requeridas.
Entre otros factores nos daña mucho un gremialismo de muy escaso compromisos con los programas docentes y muy activo para exigencias económicas de pobre retorno