Contra el exceso policial; el último recurso

El más reciente caso de exceso policial, esta vez en Santiago, nuevamente dispara las alarmas con respecto a la forma en que se manejan los agentes frente a los ciudadanos.

Hay que crear conciencia de que los policías están llamados a cumplir, sin falta o excusa, la misión de servir y proteger a las personas bajo cualquier situación o circunstancia.

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El protocolo o reglamento en torno al uso de la fuerza policial establece claramente que cuando se detiene a un ciudadano, el último recurso es el empleo de armas de fuego y otros medios letales.

Eso significa que policías debidamente entrenados y con una clara noción de sus responsabilidades no pueden actuar como esos gatillos alegren que de primera intención y sin miramiento alguno disparan con un increíble desprecio por la vida humana.

En consecuencia, ese protocolo establece que, en primer término y de manera prudente e inteligente, los agentes deben ser persuasivos mediante el uso de la palabra y si este procedimiento no funciona, entonces recurrir a técnicas policiales como el empleo de una llave con las manos para someter a la obediencia a los detenidos y en una segunda fase utilizar armas no letales como la macana o el spray pimenta.

Se requiere un trabajo continuo y a fondo en las filas policiales para hacer conciencia de que desenfundar el arma de fuego es un recurso extremo y que esta norma, bien entendida y estrictamente aplicada, puede evitar muchas muertes, agresiones y hechos sangrientos.

Escenas que hemos vivido en carne propia revelan casos de agentes que hasta por animosidad personal abusan al emprender acciones contra  los más débiles que no tienen medios para defenderse.

Hay que reconocer el esfuerzo de la actual jefatura policial de suspender y poner a disposición de la justicia civil a los miembros involucrados en hechos sangrientos y claramente abusivos, en lugar de los famosos traslados, que eran una cómplice e irresponsable práctica de trasladar el mal a otro lugar, sin castigo ni sanciones.

La población, que se siente insegura al ver a diario cómo ciudadanos indefensos son asaltados y asesinados a plena luz del día, reclama acciones firmes de protección de parte de la justicia y de las autoridades en general, pero en medio de esta justificada inquietud es bueno alertar y prevenir que siempre se actúe con equilibrio para que Mano Dura con la delincuencia no legitime o convierta en sinónimo el exceso policial.