SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Qué vergüenza que nuevamente salgamos entre los países más corruptos de la región.
Más pena nos debe dar al ver que en el Índice de Percepción de la Corrupción de la ONG Transparencia Internacional, bajamos de categoría, o sea, de 32 puntos en el 2012, en una escala de 0 al 100, 0 siendo el más corrupto, 100 el más honesto, descendimos a 29 en este año 2013.
Este índice basa su evaluación de 177 países en qué tan corrupto se percibe el sector público de cada nación.
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La medición se hace a través de una combinación de sondeos, utilizando datos relacionados a la corrupción recopilados a través de diversas y reconocidas instituciones, incluyendo observadores que viven y trabajan en los países evaluados.
Me pregunto de qué valieron las palabras del Presidente Danilo Medina durante su discurso de toma de posesión en agosto del 2012, cuando dijo que se disponía a “construir un país ético y transparente, basado en la meritocracia y en el combate implacable y vigoroso, a todas las formas de impunidad.
Añadió que sería “Implacable con los deshonestos, los oportunistas, y los soberbios».
También señaló que su gobierno sería “intolerante con actos de deshonestidad o de despilfarro de los recursos y que desarrollarían “un sistema de consecuencias que reconociera a quienes cumplieran meritoriamente con sus deberes, pero que sancionaría de manera ejemplar a quienes pudieran traicionar la confianza de la ciudadanía en el manejo de fondos públicos”
No voy a negociar con la mediocridad, no voy a negociar con los deshonestos, no voy a negociar con el desgano, dijo Medina enérgicamente, sin olvidar el anuncio de la puesta en vigencia del Código de Pautas Éticas.
Pero como suele ocurrir en nuestro país, a lo que ya debemos estar acostumbrados, es que el papel lo aguanta todo aunque las palabras se desvanezcan en el aire. Por eso de vez en cuando es bueno desempolvar lo dicho, porque de nada valen las palabras si no se hace una realidad y en materia de corrupción, no hemos progresado.