Quito. – Con dos directores de cárceles asesinados en nueve días, la última de ellos a cargo de la Penitenciaría del Litoral, la prisión más grande, poblada y peligrosa del país, en Guayaquil, la violencia criminal vuelve a tomar fuerza en el pulso que desde inicios de año le ha marcado el presidente, Daniel Noboa.
Al menos tres directores de prisiones han sido asesinados en este año marcado por la «mano dura» con la que Noboa ha militarizado las cárceles más conflictivas del país para arrebatar el control de estas a las bandas criminales, que prácticamente, en algunos casos, habían convertido estos centros penitenciarios en sus feudos.
El primero en caer asesinado este año fue Damián Parrales, director de la cárcel de El Rodeo, de la ciudad de Portoviejo, capital de la costera provincia de Manabí, el mismo día que en Ecuador se celebraba un referéndum convocado por Noboa para aprobar una serie de reformas, entre ellas varias destinadas a fortalecer la lucha contra el crimen organizado y el control en las prisiones.
A inicios de este septiembre corrió la misma suerte Álex Guervara, director de la cárcel de Lago Agrio, en la amazónica provincia de Sucumbíos, fronteriza con Colombia, quien fue cruelmente acribillado por hombres armados mientras se trasladaba en un vehículo. Otros dos funciones de prisiones quedaron heridos en ese mismo ataque.
En circunstancias similares fue asesinada este jueves María Daniela Icaza, la máxima autoridad de la Penitenciaría del Litoral, situada en la ciudad de Guayaquil, cuando se trasladaba a un hospital.
La Fiscalía de Ecuador abrió una investigación por el asesinato de Icaza, donde hasta el momento no se han reportado oficialmente novedades más allá de aclarar que la persona que acompañaba a la funcionaria no era ningún escolta, como confirmó el propio hermano de la víctima.
«Aún nadie nos ha llamado si quiera a decirme ‘lo siento’ por parte del Gobierno», lamentaba el hermano a última hora de la noche del jueves.
«Y está bien, no debería esperar nada de aquellos que no hicieron algo por precautelar su vida. Gracias, Daniel Noboa. Todo está bien. Ecuador está ‘mucho mejor'» ironizó, para luego enfatizar: «Quiero que sepan que Daniela era íntegra, jamás se entregó a lo que el dinero podría dar, ella solo hacía».
Hasta el momento, ni Noboa ni ninguna autoridad del Gobierno se han pronunciado sobre este último atentado contra Icaza, más allá de las condolencias expresadas por el Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Privadas de Libertad (SNAI), la agencia penitenciaria del Estado, en el momento de confirmar el deceso.
Además de los tres directores de cárceles asesinados, también han sido víctimas de mortales atentados guardias carcelarios de distintas prisiones durante el transcurso de 2024.
Pese a que las masacres carcelarias que se sucedían en los últimos años parecen haber terminado, los funcionarios de prisiones continúan siendo uno de los objetivos de las bandas criminales que, hasta inicios de este año, controlaban los recintos carcelarios.
La militarización de las prisiones ordenada por Noboa en el marco del estado de excepción y «conflicto armado interno» declarado contra el crimen organizado dio paso a unos meses de aparente estabilidad en las cárceles, mas no en sus alrededores, especialmente en zonas donde determinadas bandas criminales operan.
La entrada de los militares a las cárceles no ha estado exenta tampoco de denuncias de presuntas violaciones de derechos humanos contra la población carcelaria, así como una grave situación humanitaria, al quedar temporalmente numerosas prisiones sin proveedor de alimentos.
En el caso de la Penitenciaría del Litoral, se encuentran recluidos más de 6.000 presos, que son más de la mitad de los alrededores de 12,000 que se encuentran el complejo carcelario de Guayaquil, compuesto de cinco prisiones.
La Penitenciaría, denominada oficialmente por las autoridades ecuatorianas como Centro de Privación de Libertad Masculino Número 1 de Guayas, ha sido el escenario de las peores masacres que sacudieron al sistema penitenciario entre 2021 y 2023.
Durante esos años, más de 500 presos fueron asesinados en las cárceles ecuatorianas, la mayoría en esta serie de matanzas por enfrentamiento entre bandas criminales rivales que se disputaban además el control interno de las cárceles. En el caso de la Penitenciaría, estaba dividida entre sectores o pabellones a cargo cada uno de una banda criminal.