Existe un gran temor e inquietud, entre las naciones, sobre la escasez de agua potable a nivel mundial, a punto de agudizarse, con carácter apocalíptico, como parte de una profecía bíblica.
Los seres humanos hemos sido los responsables de contaminar el planeta tierra, transformando su clima y afectando las aguas de los mares y rios, vitales para su subsistencia. Los efectos trágicos de la contaminación de las aguas también afectan a todo el reino animal y vegetal.
Ahora mismo estamos viendo, con gran preocupación, que la sequía provoca efectos devastadores en los países que las sufren. Actualmente, muchos países tienen menos agua de la que necesitan. A principios de este siglo, una tercera parte de las naciones tendrá escasez de agua de modo permanente. La primavera es cada vez más pobre como consecuencia de la tala de los bosques y el cambio climático. Los lagos subterráneos, que datan de tiempos prehistóricos, se están agotando con rapidez.
El ser humano considera al suelo, que normalmente llama tierra, como algo muerto, donde puede colocar, acumular o tirar cualquier producto sólido o liquido que ya no le es de utilidad o que sabe que es tóxico. La humanidad obtiene la mayor cantidad de agua de los ríos, pero casi todos se encuentran inservibles a causa de la contaminación. El agua de mar desalinizada es una fuente potencial, aunque el costo del proceso es diez veces mayor y, por ahora, no esta a nuestro alcance.
La inercia política agrava la crisis del agua. La crisis mundial del agua cobrará en los próximos años proporciones sin precedentes y aumentará la creciente penuria por falta de agua en las personas que habitan en muchos países subdesarrollados y República Dominicana no será una excepción. Los recursos hídricos disminuirán continuamente a causa del crecimiento de la población, de la contaminación y del cambio climático.
Recientemente nuestro país sufrió una terrible sequía que causo una apreciable merma de agua en los caudales de los ríos, disminuyendo los niveles de nuestras principales presas y embalses, provocando gran malestar en la población por la escasez del preciado y vital liquido. Nuestros recursos hídricos están en crisis y todavía podrían agravarse por la indetenida deforestación en lugares de donde nacen nuestros principales ríos y por la descontrolada extracción de arenas de sus márgenes.
De paso quiero citar parte de un comunicado, de la Red Nacional de Acción Juvenil, en el que se subraya lo que podría provocar la explotación de Loma Miranda en el sistema de agua y recuerda los impactos ambientales causados por la minería a cielo abierto.
Asimismo, señala que “las eventuales consecuencias de la explotación minera en Loma de Miranda implicarían la propagación de un metal pesado presente en la roca madre: el cromo, altamente tóxico y acumulable en los organismos de los seres vivos. Se trata de un metal que hace a las aguas no aptas para el consumo humano y eventualmente afectaría los ríos Jagüey, Pontón, Camú y Yuna. Además, los arroyos Barraco, Hatillo, Blanco, Guaní y Guardarraya, alimentados por Loma Miranda y que desembocan en la presa de Rincón”, agrega.
Ojala que no nos pase, con Loma Miranda, a lo ocurrido al bíblico personaje Esaú, hijo de Isaac, que por un vil plato de lentejas vendió su progenitura a su hermano Jacob, perdiendo la bendición divina. Y aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuro con lagrimas. (Hebreos 12:16-17). No cedamos nuestras riquezas hídricas y mineras por un plato de lentejas, lo que luego lamentaríamos amargamente.
La mayoría de nuestros principales ríos están contaminados, porque son receptores de deshechos y aguas residuales, no tratadas, de empresas y viviendas, que carecen de plantas de tratamiento, convirtiéndolos en cloacas mal olientas. Tales son los casos de los ríos Ozama, Isabela, Haina, Yaque del Norte, Yaque del Sur, Higuamo, Soco, y los fronterizos Artibonito y Masacre, entre otros. Las aguascontaminadas son portadoras del cólera y de otras enfermedades catastróficas para el humano.
El Instituto de Aguas Potables y Alcantarillado (INAPA) reveló, según una información publicada el pasado 11 de septiembre, por el Listín Diario, que solo están funcionando 14 de las 56 plantas de tratamiento de aguas residuales que hay en el país. Eso constituye una situación critica que conspira contra la salubridad del país.
Alberto Holguín, director del INAPA, hizo la afirmación ante la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, donde agregó que se están reparando 10 plantas que pondrán en servicio en los próximos días. Y que pasara con las demás?, nos preguntamos.
En cuanto a la crisis del agua potable, a nivel mundial, la profecía de Apocalipsis 8:10-11, y sin querer alarmar a nadie, se cumplirá tarde o temprano, de acuerdo a la soberanía divina, y dice: “El tercer angel toco la trompeta, y cayo del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayo sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas. Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron amargas”, es decir, contaminadas.
Según la NASA tenemos meteoros, grandes y pequeños, que orbitan alrededor de nuestro planeta que constituyen una amenaza, uno de los cuales ya cayó, el pasado 6 de septiembre, en el noreste de Managua, Nicaragua, que por suerte, no causo daño, pero si gran alarma a la población, y al impactar en tierra dejo un cráter de 12 metros de ancho y 5.5 metros de profundidad.
Este inminente juicio de Dios es consecuencia de hombres que no valoran el medio ambiente y se han encargado de contaminar su habitat, que es el planeta tierra. Pero es preocupante lo que el apóstol Pablo dice: “Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una esta con dolores de parto hasta ahora”, (Romanos 8:21-22). Que alumbrara?
Nuestras autoridades, al parecer, no le dan mucha importancia a la inminente desaparición de nuestras riquezas hídricas y mineras, para favorecer a un pequeño núcleo poblacional, en desmedro de todo el país, que merece una mejor suerte.